Gafas de cerca

Tacho Rufino

jirufino@grupojoly.com

Begoña lo deja todo por África

Un caso peculiar de puertas giratorias de previo pago; ¿machista? Hombre, por favor

Sólo atribuible a un estado catatónico, de púgil noqueado y aún en pie, uno de los grandes misterios de la España contemporánea es por qué Rajoy no dimitió, y hubiera así matado unos pocos de pájaros de un tiro: la moción de censura y el acceso al poder de Pedro Sánchez por medio de una coalición de churras, merinas, payoyas y hasta unicornios; la defenestración por el ojopatio de Génova de su delfina, Soraya; se hubieran convocado elecciones, las que prometió el improbabilísimo y superviviente Sánchez, de las que nada hubo una vez remozado el tresillo de capitoné, el office y el viscolastic de Moncloa, en el que Pedro y Begoña yacen y diseñan estrategias. También personales. El tren del poder, en este país, se coge con todos sus avíos.

Renovar la residencia presidencial con unos cien mil euros públicos -dicen- es algo menor, pero sintomático: ¿hay por qué? Desplazarse en el avión también presidencial es lo que tiene que hacer un presidente, y en esto hay quien ha atizado leña al mono por pura profesión de fe: nunca antes se auditó tanto un plan de vuelo del Falcon 900B, en este caso con destino al oprobioso aeropuerto de Castellón, capricho y fuente de manos egipcias del PP del siniestro Fabra, abierto para la ocasión. Lo de Begoña Gómez fichando por el Instituto de Empresa es harina de otro costal. Es un caso también misterioso: las puertas giratorias funcionan normalmente cuando el político y su constelación familiar abandonan el poder. Invirtamos los tiempos: vayan ustedes colocándome a mi mujer, y yo les allano el cabildeo previamente, think tank empresarial, escuela de directivos de alto copete y de referencia. España huele a eso, que cantaba -él, en positivo- el difunto Benito Moreno.

Gómez tiene cualificación. Concedamos que sobrada. Sabe de ONG y de levantar fondos solidarios y humanitarios, y va a trabajar en el tema candente del planeta: África, la cosa con causa; nada de desarrollos ejecutivos que cursan con cochazo negro con bandera y, he ahí la cuestión, parecen ser sobre todo networking (redes vestidas de método del caso). En dos meses -en los que otras madres de todos los MBA, como Esade, se la han disputado, ojo-, ha dimitido de su trabajo para no interferir la Presidencia de su marido… y se ha colocado en otro. ¿Hay que ser machista para decir esto? ¿O memo para negarlo? En fin, el marido de la invitada del veraneo en Las Marismillas, Angela Merkel, es catedrático de Fisicoquímica de la Von Humboldt en Berlín. No leo veo mareándose con puertas que dan extrañas vueltas.

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