Palabra en el tiempo

Alejandro V. García

De uñas

NO se puede decir que la ministra de Cultura, Ángeles González-Sinde, tenga sentido de la oportunidad. El primer ocupante del Ministerio procedente del mundo cinematográfico ha logrado lo que ninguno de sus predecesores: que la UE bloquee las subvenciones al cine español y que un sector de la profesión se rebele contra la orden que regula las ayudas porque, a su juicio, favorece a las películas de alto presupuesto. De entrada, el que la nueva ministra fuera presidenta de las Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, además de guionista y directora, parecía una aval para poner orden en el cine español, pero no ha sido así. Además, una semana después del embrollo de las ayudas, González-Sinde ha colado de matute, envuelta en la Ley de Sostenibilidad Económica, la Ley de Servicios y Sociedad de la Información que pretende hincar el diente al controvertido asunto de las descargas sin autorización de internet.

Eso sí, al menos en este caso la ministra ha sido leal al designio que le marcaron los internautas cuando llegó al ministerio: "Esta viene a poner fin a la piratería y restituir los derechos de autor". Así ha sido. Además de enrabietar al cine con la subvenciones González-Sinde trata ahora de remendar la industria combatiendo a los piratas, tal como prometió cuando era responsable de la Academia: "Hay que seguir peleando. Peleando para que las descargas ilegales no nos hagan desaparecer, para que nuestros administradores comprendan que en el negocio de la red no pueden ganar sólo las operadoras de ADSL".

El propósito que se marcó la entonces directora de cine es comprensible e incluso se puede compartir. Es normal que un profesional de un sector a media luz defienda sus intereses frente a lo que considera un atraco, pero que ese profesional haya escalado a un ministerio con el beneplácito del jefe del Gobierno para ejecutar sus ambiciones gremiales, por justas que sean, no huele bien. Pero además está lo referente al sentido de la oportunidad: la ministra ha puesto de uñas contra el Gobierno a millones de personas al permitir que una comisión administrativa tenga potestad, al margen de los jueces, para algo tan decisivo como la clausura de los sitios de internet.

¿La ley? Yo considero necesario salvaguardar los derechos de autor, sin duda, pero también me maleo que la batalla ante la Red (que no ante los usuarios) está perdida. Si alguien le hubiera dicho a los dueños de los periódicos que para mantener la edición de papel tendrían que hacer otra gratis en formato digital y a los periodistas que sus artículos serían reproducidos sin permiso en cualquier página, se habrían revuelto incrédulos. Igual es que nuestra profesión es demasiado conformista.

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