CUANDO Bill Shankly dijo aquella mítica frase "el fútbol no es una cuestión de vida o muerte, es mucho más que eso" en lo último que estaba pensando era en un pequeño equipo que luchaba por la permanencia. Por su cabeza pasaban las grandezas de un club de leyenda, de su Liverpool.

No obstante, pocas afirmaciones resumen mejor el espíritu de lo que significa el partido del domingo frente al Deportivo de la Coruña. Para el Recre no se trata de una cuestión de vida o muerte, sino de mucho más que eso. Ganar o perder implicaría dar un paso de gigante o ceder muchas opciones en la carrera por la permanencia.

Un descenso de categoría es una hecatombe en todos los sentidos. En lo económico es indudable el efecto, en lo social sería desastroso, pero por encima de todo está lo sentimental. Ese valor intangible. Es una pérdida para la ciudad y la provincia. Es demasiado lo que se gana como para entregarlo sin luchar.

Frente al Mallorca la imagen del Nuevo Colombino fue triste. El equipo se jugaba su supervivencia y se encontró con demasiados huecos en la grada. Fueron muchos los que cuestionaron si Huelva realmente quería ver a su equipo en Primera División y si estaba dispuesta a darlo todo porque así siguiera una campaña más.

El destino permite una segunda oportunidad que pocas veces se presenta. La victoria en Pamplona convierte el choque del domingo en más trascendente incluso que el del Mallorca. No es sólo una nueva reválida para la plantilla, el técnico y la entidad, sino fundamentalmente para Huelva y el recreativismo. Tienen que demostrar que quieren un equipo en Primera dejando pequeño el estadio.