Siempre se ha dicho que la llegada del mes de octubre es punto para plantearnos el inicio del nuevo curso escolar, universitario, de proyectos, ilusiones y de vida en general.

Octubre llega después de un periodo de calores sobre el cuerpo y el espíritu. Nos parece como si una nueva fuente de inyección y de vida se nos metiera dentro en los meses del estío para darnos nuevas fuerzas de cara a los otros meses del otoño y del invierno, donde nuestras actividades lo necesitan más.

Pero al igual que las nuevas proyecciones de trabajos nos cercan, también le sucede a nuestra ciudad.

Huelva sale del marco en que todo comenzó a renacer con fundadas esperanzas después de la pandemia en su estado de plenitud y por lo que cabe preguntarnos: ¿cómo se vive en nuevo ambiente económico, político y social de la ciudad?.

Creo que vale la pena meditar lo mucho que hay que hacer y pensar.

Cuando sentimos el peso de la economía, cada día más acuciante, nos encontramos con la sorpresa de política que nos amedrantan de cara a los próximos meses. La triste y salvaje invasión de Ucrania extiende su problemática a toda Europa. La política nacional es de un infantilismo y riesgo incomprensible. El desasosiego ciudadano crece y la desgana se va apoderando poco a poco de todo. Todo lo aguantamos. Nadie se mueve. Aumentan las críticas y los disgustos pero no se aportan soluciones conjuntas. Lo laboral se malea, se le da largas. La solidaridad se manifiesta con pasos en falsos… El estado de bienestar fracasa y así seguimos.. ¿Qué pasa?. Se ve desinterés, aburrimiento, hartura, hastío… ¿Acaso seguimos soñando con la esperanza de encontrar un método válido para la recuperación?

Octubre continúa como puerta de entrada a la nueva ilusión, como un puente que nos pase sobre la corriente de lo negativo hacia un terreno seguro de unión, de dialogo, de estudios en el planteamiento de caminos distintos a los que ahora pisamos.

Pero los fantasmas de la guerra lejana en la distancia, pero muy cercana en sus efectos mundiales, continúa. Los problemas energético, electricidad, gas, las subidas de precios en la alimentación, las obras sin terminar, el paro, las divergencias poliot6icas, etc., todo sigue y no le vemos el fin.

La visión de hoy no es alegre, se siente miedo. Pero hay que seguir adelante. Hay que confiar en lo imposible. Hay que agarrarse a la fe y a la templanza porque la negación es lo que tenemos.

Nadamos en un mundo difícil donde el futuro es un enigma a resolver diariamente.

Mi generación ya no tiene aurora boreal de colores alegres. Pienso y temo en las futuras, esas que ya no veremos pero donde nuestros herederos del mundo tendrán que vivir.

Solo podemos confiar, pero confiar es un verbo de dudas en este tiempo que nos ha tocado vivir.

Pero la noche siempre espera la luz de un nuevo día. Y nuestro sol no está pagado.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios