Una más

Los estratosféricos e inmorales sueldos y pensiones de los mandamases no se tocan

R style="text-transform:uppercase">esulta que los bancos van a ganar este año un poco menos que el año anterior. Y eso no puede ser. De ninguna manera. Hasta ahí podríamos llegar. Los reveses judiciales, caso de las cláusulas suelo, han puesto al sistema al borde del grito histérico. Y es que la banca española se instaló hace años en un axioma, en una verdad incuestionable para todos ellos: cada año hay que ganar más que el anterior. Cualquier empresario que tiene un año excelente de ventas y el siguiente repite en la misma cuantía se frota las manos y es feliz. Pero si es un banquero, no. Si están dos años ganando los mismos cientos de millones, pues empieza el crujir de dientes y enseguida se ponen manos a la obra para ver cómo le meten la mano en el bolsillo a los clientes y no bajar un peldaño en la infinita subida de ganancias. Ni que decir tiene que siempre cuentan para estos menesteres con la alianza fiel del otro gran depredador, el rey de la selva, el ave más rapaz jamás nacida: el Estado. Juntos de la mano se les ve pasear todos los días, al tiempo que nuestros bolsillos menguan en la misma proporción que ellos ganan.

Desde que se instauró el euro, que Satanás confunda, somos algo así como un cincuenta por ciento más pobres que antes de la canallada esta inventada por la Europa charcutera. Nuestros sueldos han subido aproximadamente la mitad que la famosa cesta de la compra, algo menos. Pero todavía les parece poco al matrimonio de conveniencia formado por el progenitor A, el Estado, y el progenitor B, los bancos. Entre impuestos y comisiones trabajamos medio año para la feliz pareja. Un día te levantas a las siete de la mañana a currar para ti y tu familia y el siguiente para el matrimonio depredador. Y así todo el año. Pero son insaciables porque gastan, gastan y gastan sin freno ni medida. Principalmente en ellos mismos. Si hay que reducir gastos, ya se sabe, recortes, fusiones y gente a la calle. Los estratosféricos e inmorales sueldos y pensiones de los mandamases no se tocan. Si es el caso de Estado, las malditas autonomías, herida sin cerrar por la que sangra la nación, y próxima al colapso cardiocirculatorio, tampoco se toca. El Fondo Monetario Internacional acaba de señalarlas como el mal de todos los males patrios. Algunas autonomías, si fueran empresas, llevarían años cerradas, en concurso de acreedores y con todo el sistema judicial encima por las monstruosas deudas contraídas. Son sencillamente miles de millones de euros esfumados y jamás vueltos a ver. En definitiva, otra vez, una más, toca pagar a los manirrotos incompetentes y omnipotentes.

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