M style="text-transform:uppercase">ientras que Hillary Clinton culpa de su sonada derrota al FBI, mientras que Trump y Putin se dan abrazos, mientras que Pablo Iglesias gana la batalla de Madrid a Errejón, mientras que la gestora del PSOE se parte en dos o en tres, mientras que Rajoy sigue a su bola sin hacer caso a los ciudadanos, mientras que nuestro ministro de Educación se hace cargo de Cultura y Deportes y encima es portavoz del Gobierno, mientras que regresan el frío y la lluvia, seguimos leyendo. Y lo hacemos con el convencimiento de la verdad, la única premisa auténtica capaz de generar riqueza intelectual.

Obama no ha sido un buen presidente, aunque haya recibido el Nobel de la Paz, aunque haya envejecido considerablemente. Obama es el culpable de que Clinton fuera la candidata del Partido Demócrata y a Clinton no la quiere la gran mayoría. Pasa lo mismo con Susana Díaz. Si hubiera elecciones en Andalucía Díaz ya no obtendría mayoría absoluta, y sus resultados serían los peores de la historia. Y con su política de dimes y diretes más que ganar adeptos los pierde, y lo hace hasta en su propio partido.

El PSOE debe regenerarse, debe construir un programa sólido que convenza a todos, a sus simpatizantes y a los no simpatizantes. A todos. El PSOE debe aceptar su compromiso de servicio público, su obligación de satisfacer y desempeñar las obligaciones propias de un partido histórico. Pero si los políticos se siguen mirando el ombligo en vez de remangarse las mangas y ponerse a trabajar, poco o nada conseguimos. Un político electo es un representante popular puesto al servicio de los ciudadanos. Y un político no electo es un enchufado impuesto por el partido para generar riqueza al propio partido. ¿Ven la diferencia? En España los políticos electos y los no electos tienen mucho en común, casi todo, principalmente porque nunca han entendido el significado profundo de la palabra político.

Pues nada señores. Les recomiendo que tomen un libro (o dos) entre las manos y disfruten de su lectura. Cuando se adentren en el universo de esa obra se van a olvidar de todos los mientras y de todas las pamplinas que gobiernan el mundo, que en el fondo son eso, pamplinas, vacuidades. Y el mientras pasa a velocidad de vértigo. Ellos confunden "en cambio" por "durante el tiempo en que". En el fondo ellos leen poco. Y de compresión lectora ni hablamos. Si ya lo decía mi madre: "el que pueda entender que entienda y el que no que se haga político".

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