Visiones desde el Sur

Auschwitz (IV)

Nuestra desgracia es pensar que lo que les ocurre a los otros no nos afectará. Y sí, claro que nos afecta

Aalguien le importa estas cosas que escribo y que deberían ser motivo de denuncias ante la Corte Penal Internacional por quienes corresponda, aludiendo al Estatuto de Roma, en donde se especifican qué es un crimen de genocidio, de guerra, de lesa humanidad y/o de agresión?

¿Le importa a usted que la ciudadanía de cualquier parte del mundo, en un momento dado, sea agredida, cosificada, animalizada, destruida, ejecutada, quemada, electrificada, dejada morir de hambre…, o solo se mueve o reivindica justicia cuando dichas actuaciones, sin clasificación posible, le afectan o lo hacen a algún familiar o a una persona conocida por usted?

¿En qué lugar se encuentra usted en esa escala de mentes grises a quienes les atañe una higa lo que le suceda a la otredad?

Mire, quizá le sorprenda lo que voy a decir, pero es tan cierto como que me llamo tal como dice la cabecera de esta columna: Auschwitz o Buchenwald o Mauthausen o Terezín o cualquier otro horror de los esparcidos otrora por los nazis en Europa, no se cerraron cuando la Historia dice que lo hicieron, no, ese es el gran error del ser humano en esta materia, pensar que con el levantamiento de los campos de concentración y de exterminio nazis, se acabaron el holocausto, el maltrato, las prisiones ilegales, el abuso de autoridad, la guerra selectiva, la violencia de Estado, el control de las ideas circulantes, la prohibición de pensar libremente no presionados por poderes fácticos… y otro sinfín de maquiavélicas e ignominiosas maldades. Y no fue así, ni en ese momento, ni antes, ni por supuesto en el tiempo transcurrido desde entonces hasta ahora, ni lo será en el devenir.

Las acciones ilegales que se realizaban en esos siniestros rincones donde el horror campaba a sus anchas, no se eliminaron, simplemente se trasladaron a otros lugares del planeta, conocidos o no, y los gobernantes de acá o acullá, radicales fascistas o comunistas (que tanto monta) movidos por razones que normalmente se nos escapan, pero de cualquier forma injustificables, continúan allí o allá, ejerciendo dictatorialmente tareas de limpieza étnica, ideológicas, religiosas, homófobas…

Si realizásemos la trazabilidad del horror nos encontraríamos con nosotros: con usted y conmigo: con el ser humano. Esa es nuestra desgracia, pensar que lo que le ocurre a los otros no nos afectará. Y sí, claro que nos afecta, solo es menester que quienes deciden estimen adecuado que ha llegado nuestra hora. (…)

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