Visiones desde el Sur

Atasco

¿Por qué no se van ustedes todos al carajo? O, al menos: ¡Para la próxima os espero!

Ayer tarde, cuando escribía esta columna, atizado por una ola de calor que cayó sobre Huelva mientras en otras partes de la península el barro, y la lluvia y el viento y los rayos escandalizaban a la ciudadanía, de tal forma que oír las noticias casi suponía estar viviendo en un escenario una tragicomedia con un toque de surrealismo bretoniano o incluso de delicado esperpento capaz de azorar a Valle-Inclán, pensaba, quería decir, mientras aguantaba -con el estoicismo de ese santo que citan en el Antiguo Testamento como ejemplo de la paciencia- un monumental atasco de vehículos procedentes de todos lados, cuyos ingenuos ocupantes pretendían ocupar al menos un metro cuadrado de playa donde colocar una sombrilla, una mesa, dos sillas y una nevera, me dio por pensar, fíjese qué rareza en la España que hollamos en estos días, qué osadía si quieren, me dio por pensar en las dicotomías, sí, en las dicotomías y en los conceptos de las palabras, o sea, en las ideas que forman (o conforman) el entendimiento del ser humano.

Y el lector dirá ¿a qué lugar quiere ir a parar este calenturiento columnista? Pues vayamos al grano. Si el oyente no está atento a lo que dicen o el locutor no es preciso a la hora de fijar los lugares en los que hacía cuarenta grados o más, y aquellos otros en los que el agua circulaba en torrenteras por las aceras, los que escuchábamos podríamos pensar que el locutor está drogado o al menos algo bebido. Lo que concluye en lo siguiente: o estamos atentos, o viviremos por siempre en la inopia o en la confusión.

Y ahora toca encarrilar el desenlace, o sea, desenredar lo anterior, que por si el lector no se dio cuenta ha servido de introducción y nudo por continuar en el ámbito escénico.

Después del galimatías del meteorólogo, en la radio del coche que está en el atasco, se pusieron a contar, una vez más, otra más, eso de que en España parece que no hay forma de componer un gobierno que rija los destinos de todas estas personas que van a la playa y de aquellas otras a las que la lluvia les ha destrozado cosechas, viviendas, bicicletas y otras cosas de las que depende la existencia de las mismas.

Y claro, si los políticos de este país, designados recientemente, no son capaces de formar un gobierno, los que estamos en el atasco y los que perdieron sus haciendas, podríamos decir, con el cabreo propio que se imaginan: ¿Por qué no se van ustedes todos al carajo? O, al menos: ¡para la próxima os espero!

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