En algunas ocasiones me he referido a Gibraleón para destacar sus señas de identidad cultural. La historia quiso que su nombre figurara en la primera página del Quijote, la más importante obra de ficción en español y quizá de la literatura universal, con la mención de su mecenas el duque de Béjar y marqués de Gibraleón. De su realidad actual, a título de ejemplo, podemos fijarnos en el magnífico Centro Olontense de Arte Contemporáneo (Codac), una moderna instalación entre las mejores de Huelva en su género. Me gustaría dejar constancia además de mi descubrimiento de una presencia literaria muy ligada al municipio: me refiero a Juan Angona, autor hace más de treinta años de Crónicas de Gibraleón dormido, que recientemente han tenido continuidad en las Nuevas crónicas de Gibraleón dormido, acompañadas por espléndidas fotografías de Luis Jurado. En unas y otras uno se encuentra una versión muy personal de lo que podríamos considerar un retrato del alma olontense.

Párrafo aparte merece la joven Fundación Olontia de Arte Contemporáneo, que ha surgido con el objetivo fundamental de trasladar a Gibraleón el legado artístico de su inspirador, el multifacético artista Pablo Sycet. Además de esto pretende ser un activo agente dinamizador de la cultura de la localidad y de la provincia. Cuenta para ello con una Corporación municipal sensible, que apoya las propuestas de la Fundación, consciente de la necesidad de colaboración entre el sector público y el privado, con la complicidad de una ciudadanía que responde a iniciativas culturales de calidad.

En este contexto surge la convocatoria de la I Feria Transfronteriza de Arte Contemporáneo. Desde la tarde del jueves a la mañana del domingo próximos, el Codac de Gibraleón va a convertirse en escaparate para mostrar manifestaciones artísticas de uno y otro lado del Guadiana. De las artes plásticas y visuales, pero también tendrán presencia la buena literatura, el cine, la música y los debates. Y al tratarse de una feria, por supuesto tiene un cariz comercial. Eso significa que la mirada que el espectador dirige a la obra de arte en una exposición puede aquí completarse con la percepción de que puede adquirir su propiedad y disfrutar de ella de forma continuada, gracias a la aproximación entre creadores y aficionados al arte que propicia la Feria. Una experiencia poco habitual por estos lares, que merece éxito y continuidad.

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