Deseo dedicar esta columna a Arnaldo Otegui y a la ristra de secuaces que les siguen. Hoy cumplo 65 años. Edad suficiente para haber vivido buena parte de la última etapa franquista, la transición y la llegada de la democracia, después de varias décadas de dictadura y de silencio, en donde los hechos acaecidos solo eran conocidos por los paladines de un régimen ignominioso.

Pero, vayamos con Otegui y con los sucesores políticos de la banda terrorista ETA. El miércoles se cumplieron diez años desde el anuncio de que la banda criminal ETA dejaba de matar, y esto, debe ser motivo de júbilo porque la consecución de tal objetivo fue una conquista de todos los demócratas de este país, incluyendo a partidos políticos, sindicatos, patronal, apoyos de servicios de inteligencia exteriores, fuerzas de seguridad y la ciudadanía toda, en bloque. Los responsables de la cúpula de ETA no regalaron nada al pueblo vasco y al español, fueron vencidos por la democracia, acorralados, por dos veces desmontada su cúpula, arrinconados, y ante tal circunstancia, se rindieron. Repetiré: los asesinos, los criminales de ETA, se rindieron ante la fortaleza del pueblo español.

Arnaldo Otegui no es de fiar, ni una pizca. Es cierto que es legítimo, que de forma democrática luche por la independencia de las Vascongadas, incluyendo a Navarra y al País Vasco francés o a Latinoamérica si lo desea. Pero, también lo es, que los asesinos de ETA han de cumplir sus penas íntegras en la cárcel.

¿Qué cosas son esas del olvido y del perdón? ¿Olvidar a los muertos? ¿Olvidar a los heridos físicos y psíquicos, a los secuestrados y a los que hubieron de cambiar de residencia por las amenazas de muerte? ¿Y qué carajo es eso del acercamiento de los presos de ETA para favorecer la reconciliación familiar, social y territorial? ¿Qué imbecilidad o chulería es esa? ¿Por qué no solicitan también, los muy sinvergüenzas, el acercamiento a la vida de los 864 muertos vilmente acribillados, entre ellos muchos niños? ¿Saben Arnaldo Otegui y sus secuaces lo que es la ética? ¿Qué coño es eso de homenajear a los criminales que salen de la cárcel?

Por último, más le valdría al Gobierno alejarse de esta ralea y al PP hacer un gesto de apoyo a los presupuestos. El PP tiene la oportunidad de demostrar ahora que es un partido de Estado cediendo algunos votos si fueran menester, aunque solo sea por aislar a los herederos ideológicos de aquellos años sangrientos.

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