Paco Huelva

Armas

Es incompresible que haya leyes que amparen que sucedan matanzas como la de la escuela de Texas

Repaso la prensa. Un pandemonio. El numerito del anterior jefe del Estado: inclasificable y vergonzoso. La amenaza de la viruela del mono. Las elecciones que se acercan en Andalucía y los posicionamientos tácticos de las organizaciones políticas. Las leyes que el gobierno pretende sacar adelante para reorganizar el CNI y la desclasificación de documentos; la del "sí es sí" o la de regular la prostitución, entre otras. Las inexistentes relaciones, en apariencia, de los gobiernos catalán y español. La guerra de Ucrania que cumple tres meses…

Pero, de entre todas ellas, debo posar las entendederas, porque me siguen pareciendo incomprensibles e inasumibles tales comportamientos, así como las leyes que los hacen posibles, es la de la matanza de 19 niños y 2 maestras en una escuela de Uvalde (Texas), perpetrada por un chico de 18 años, evidentemente loco, ido, y con el cerebro lavado por ultras radicales que defienden a capa y espada el uso particular de las armas como defensa ante la otredad -dicen-, como si para ese menester ya no estuviera el Estado.

Lo que demuestra, para nuestra desgracia, que también en las democracias organizadas, y EE. UU. lo es sin duda, hay mucha tela que cortar, mucha. El mundo de los negocios y el liberalismo exacerbado como el que propugnan ciertos partidos políticos -también en este país nuestro-, sin control alguno por el Estado de ciertos asuntos, solo puede llevarnos a una especie de abandono social inasumible, especialmente para las personas más débiles y necesitadas. El negocio de las armas, que parece intocable por parte de la mayoría de los gobiernos sean de la ideología que fueren, porque no son capaces de enfrentarse a las multinacionales que se dedican a la fabricación de artefactos cuya finalidad es matar a otros, y que, además, no solo son utilizados por los militares o las fuerzas de seguridad del Estado, sino por cualquier persona que se acerque a una armería y compre lo que le salga de la entrepierna, como defienden los millones de componentes de la Asociación Nacional del Rifle, que manda cojones la cosa, nos lleva a estos desenlaces. Porque este tipo del que hablamos mató a niños, es cierto; pero, hace menos de dos semanas, otro mató a negros, a diez negros por el mero hecho de serlo. Y otros matan a inmigrantes o a mujeres. Y esto no puede seguir así. No hay ética que pueda justificar tanto lamento. Excepto que quienes dirigen nuestros destinos estén todos locos.

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