La firma

Antonio / Fernández Jurado

Bajo el Árbol de Guernica

SÍ, bajo el Árbol de Guernica ha prometido su respeto a la Ley el nuevo lehendakari: López. A la sombra de ese símbolo que algunos consideraban como exclusivo y de su propiedad, ha comenzado una nueva etapa en el País Vasco. Un tiempo, también, de enorme carga simbólica porque ha de ser un periodo nuevo, esperanzador y sin exclusiones preconcebidas, salvo aquellas que por su carácter violento y, por tanto, antidemocrático se quedan aislados, víctimas de su propia endogamia nacionalista radical.

No olvidemos que ese nacionalismo, generalmente, impregnado de xenofobia, ha prestado inmensos servicios a demagogos y depredadores de la propia historia, al tiempo que manipuladores de las figuras iniciales del movimiento al que dicen defender -los últimos treinta años de permanencia en el poder del PNV, así lo avalan- si no, intenten buscar obras y escritos de Sabino Arana, les costara, ciertamente, gran trabajo encontrarlos aunque sea en el propio Bilbao. Significativo, ¿no?

Y es que el nacionalismo, de hoy, partiendo de principios irrenunciables, como es la propia cultura generadora de una determinada identidad o el "amor a la patria", entendiendo patria como las "cosas paternas" -que nos dice Leonardo Castellani- es toda una virtud y en caso alguno, puede ser un motivo para el enroque defensivo y protector frente a "amenazas" externas provocadoras de un mestizaje inevitable. Mestizaje, constructor de, prácticamente, todas las naciones, salvo de aquellas absolutamente aisladas y con el consiguiente déficit en su enriquecimiento cultural.

Y en lectura política, este es el reto esperanzador que se abre con López, por encima del olvido en sus agradecimientos, durante la investidura, al apoyo del PP, de la idolatría salvaje de lo propio y las amenazas del ínclito Arzallus. Desde el reconocimiento de la rectificación de los errores anteriores y el acercamiento a las víctimas ó las dificultades para incluir independientes en su Gobierno, hasta la anecdótica e incoherente critica de Izquierda Unida, siempre "colaboracionistas" sea con un Gobierno vasco-burgués, con tal de "tocar" poder y no solo en el País Vasco, también en Cataluña, Galicia ó en la propia Andalucía.

En fin, momento histórico del constitucionalismo vasco español, iniciado -como no podía ser de otra manera- a la sobre del Árbol de Guernica. Bienvenido sea el cambio.

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