La Educación en España siempre ha ido dando tumbos. Lo hemos escrito en esta columna en numerosas ocasiones a lo largo de sus dieciocho años de vida en estas páginas. Desde la época franquista, en que cambiaba un nuevo plan educativo cada vez que se nombraba un nuevo ministro, "del ramo" (y el plan consiguiente adoptaba el nombre del ministro de turno), hasta la llegada de la democracia que los cambios han venido determinados por la alternancia de gobierno, de manera que la denominación del sistema corresponde al grupo político que lo lidere. De una u otra forma nunca pudimos contar con una Educación consensuada, acorde con los tiempos, homologada a otros países, que gozan de probados y eficaces planes educativos y, por supuesto, producto de la iniciativa política más que por la de los auténticos educadores.

En toda democracia el intervencionismo del poder, del Estado o del gobierno es siempre negativo. Que lo sea hasta extremos inconcebibles en materia de Educación atenta contra los principios democráticos. Y en cuanto a la ciencia y el conocimiento toda intromisión parece inconveniente sino se consensua y se permite a los educadores participar en cualquier proyecto educativo que se presente. No puede extrañarnos que muchos se asombren cuando han sabido que en el nuevo Bachillerato se permite pasar de curso con suspensos, porque según se ha dicho "hay que dar cierta "autonomía" a los bachilleres a los que se trata más como alumnos de secundaria que como preuniversitarios". Es decir se aprueba por ley no por méritos.

Pero hay más para aumentar nuestra perplejidad cuando leemos: "el nuevo Bachillerato mantiene la Filosofía para estudiar los derechos de los animales", Las nuevas Matemáticas: "Aprender destrezas socioafectivas para construir resiliencia" : Seguiría añadiendo más disposiciones de este asombroso plan educativo, pero sólo voy a añadir dos más donde residen las verdaderas intenciones del sistema: "El Nuevo Bachillerato equipara la transición y la "memoria histórica" según la versión del gobierno como "saberes básicos". Y como recordaba en mi última columna "Los alumnos de Bachillerato estudiarán la segunda República como "proceso reformista y democratizador". En resumen reescribir la Historia, empeño obsesivo y reincidente de ese onanismo ideológico que padece este ejecutivo en el que las discrepancias de sus componentes propician continuas decisiones disparatadas. Y en esa paranoia doctrinaria e intervencionista, que actúa como mecanismo disuasorio para que nos olvidemos de la inflación, casi al 10%, y otros desaciertos de una errática gestión económica, el conocimiento, la cultura del esfuerzo, instrumentos fundamentales en la formación del ciudadano libre y bien informado, no parece que importen demasiado para estos artífices de la Educación en España.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios