Visiones desde el Sur

Aporofobia y xenofobia

Lo ocurrido en Arguineguín con 197 inmigrantes no es asumible, atenta contra los derechos humanos

Un Gobierno es responsable por acción o por omisión -incluso por despiste de algún titular, si se diera-, de lo que ocurre en el ámbito de sus compromisos con el cumplimiento de la legalidad vigente. Y esto es innegociable en democracia. No hay excusas. En todo caso, la única que cabe es la asunción de responsabilidades: la dimisión, el cese de quienes fueran menester si hubo falta de celo en el ejercicio de la tarea como funcionario público, o manifiesta negligencia en su caso. Y, además, un Estado de Derecho ha de adjudicarse, con entereza y algo de dignidad, el hecho de que si se ha incurrido en un error, hay que pedir perdón a las personas afectadas y al conjunto de los españoles: a los que sirve. Vamos, a quienes en última instancia les abonan sus salarios de las arcas públicas, que, no olvidemos, es de todos, y que se financia con el trabajo y la corresponsabilidad fiscal que marcan los reglamentos que nos hemos dado.

Lo ocurrido en Arguineguín (Las Palmas de Gran Canaria) con 197 inmigrantes no es asumible en democracia, porque atenta flagrantemente contra los derechos inalienables del ser humano contemplados en todos los Tratados Internacionales, por mucha presión que exista en el puerto, en donde se hacinan más de 2.000 personas en situaciones no ya lamentables, sino inhumanas y mucho más en estos tiempos de pandemia. Inasumible, reitero.

No puede decirse que ha habido una descoordinación y que la resultante ha sido esa: una ilegalidad. Porque las ilegalidades se van sumando en esta materia. No hace mucho saltó a la luz pública que hay letrados que están firmando repatriaciones de inmigrantes sin poder hablar con los mismos, es decir, con los afectados. Y esto no puede ser, no puede seguir así.

Y en este tema, al menos, hay dos ministerios implicados que han de dar cumplidas explicaciones no solo en el Congreso de los diputados sino también a la opinión pública española: el de Interior y el de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones; o sea, para entendernos, los que dirigen los ministros Fernando Grande-Marlasca y José Luis Escrivá Belmonte, al que pertenece la Secretaría de Estado de Migraciones.

El crecimiento de los totalitarismos supone un aumento inaceptable de la xenofobia y de la aporofobia (rechazo al pobre) entre otras maldades, aunque en el día de ayer el Tribunal Constitucional haya avalado las devoluciones de los migrantes en caliente, algo que este columnista no entiende

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