Hoy se aplaude por todo con una facilidad con una prodigalidad y entusiasmo pasmosos. Se aplauden unos a otros, a sí mismos por el motivo más banal y hay programas de televisión en los que más se oyen son aplausos, muchas veces recomendados o impuestos por los realizadores. Se aplaude hasta en los entierros y en actos diversos y solemnes, donde el silencio, el respeto, el rigor, la ceremonia, el protocolo, serían más expresivos y correctos. A todos nos han parecido espléndidos esos aplausos que los ciudadanos han dedicado a los sanitarios y a su titánico esfuerzo por salvar vidas exponiendo las suyas, a cuidar de tantos y tantos enfermos, a acompañarlos en sus últimas horas de soledad, si bien ellos reclamaban incesante y a veces banalmente, mayores y mejores recursos para ejercer su impagable trabajo.

Pero en una época como la que vivimos, de incertidumbres y zozobras, de inseguridad e inestabilidad en nuestra salud y en nuestra precaria economía, no parece la más propicia para presenciar espectáculos como el que hace unos días se nos brindaba nada menos que en el palacio de La Moncloa con la llegada triunfal del presidente del gobierno, Pedro Sánchez, a su regreso de las negociaciones europeas como un triunfador, cuando sabemos que ha costado Dios y ayuda arrancar de sus colegas de la Comunidad, un rescate para este país carcomido por sus muchas carencias económicas y la grave situación que nos ha deparado esta maldita pandemia que aún nos asola y sobresalta. Y así asistimos a un llamativo happening orquestado por su servil vasallaje ministerial y los palmeros de turno, más los turiferarios oportunistas, auténticos okupas de coalición, que como en los mejores tiempos de los regímenes que adoran, practican el culto a la personalidad y a lo que haga falta con tal de mantenerse en el poder. Un espectáculo de propaganda y autobombo a todo trapo sin precedentes en nuestra ya larga vida democrática.

Las subvenciones y préstamos del plan extraordinario de recuperación aprobados en la cumbre de Bruselas, una importante ayuda para unos, un auténtico rescate para otros, en las antípodas de los programas propuestos por los partidos de la coalición de gobierno, todo hay que decirlo, estarán rigurosamente vigilados por los "frugales" de turno, inclementes esbirros de su administración por parte de nuestros gerentes, tan pródigos y dilapidadores con otras prebendas de la UE. Es obvio que se nos van a seguir los pasos con criterios muy exigentes. Hay una desconfianza plena en la debilidad parlamentaria del gobierno. Un gobierno que se contradice y reacciona tarde. Esa lentitud en las decisiones perjudica la economía y dadas las circunstancias, con rebrotes pandémicos en aumento, amenaza la propia vida de los ciudadanos. En tal coyuntura la crítica mediática debiera ser más rigurosa. La poca que se le hace al gobierno, de inmediato se la propina con mayor contundencia a la oposición.

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