La otra orilla

javier RODRÍGUEZ

Antifascistas

Si usted puede repetir sin atrancarse y cuantas veces quiera la frase "no soy un fascista" usted es un antifascista. Pero no se asuste, eso le coloca en el bando de los buenos. No, la cosa no va de "extremos que se tocan", la cosa está en situarse frente a la ideología del odio y al lado va a tener a personajes tan variopintos como Angela Merkel, Durruti, Churchill, el ciudadano Bergoglio, De Gaulle o Pasionaria: liberales, socialdemócratas, democristianos, anarquistas, conservadores, comunistas a lo largo y ancho de la geografía y la historia han combatido y combaten esa ideología que promulga, a base del genocidio y el terror, la superioridad racial, la purga ideológica, el mayor de los totalitarismos.

Los oscuros tiempos que vivimos alimentan monstruos que nuestra sociedad sólo puede combatir con la misma unidad con que en países como el nuestro se ha combatido la mayor pandemia mundial de los últimos cien años.

La historia nos da importantes ejemplos de ello: aquella otra pandemia de 1918, la crisis económica que vino después y una frágil cultura democrática en los albores del siglo pasado fueron el caldo de cultivo del fascismo más cruel. Cuando aquel monstruo se hizo demasiado grande hizo falta que, muchas muertes después, para acabar con ese fascismo que conoció su máximo esplendor en la Alemania nazi, se aliaran líderes mundiales de todo tipo: desde la Gran Bretaña conservadora y la liberal América hasta la comunista Unión Soviética. Cuando acabaron con Hitler, Mussolini y Hideki Tojo se dejaron algún que otro cabo suelto como ese otro fascista que en España gobernó 32 años más y dejó todo "atado y bien atado" para que sus ideas no terminaran nunca de desaparecer o esos líderes nazis que escaparon a Argentina, Chile… para inspirar réplicas fascistas en aquellos países.

Ese empeño en combatir el fascismo, esa pregunta subyacente sobre qué había pasado, cómo se había permitido que algo así pasara en una sociedad civilizada dio lugar a la llave maestra para evitar que se repitiera: la Declaración Universal de Derechos Humanos. La defensa encarnizada de esta es, aparte de la garantía de una sociedad mejor, la vacuna más eficaz contra la propagación del fascismo que ya gobierna en Brasil, USA… y que ha logrado representación parlamentaria en España a través de Vox.

Unamos nuestras voces, intenciones y hechos contra el fascismo. No permitamos que la historia se repita.

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