Es un hecho la evolución acontecida, en lo que va de siglo XXI, en la sensibilidad social hacia los animales. Olvidado queda aquello de golpear a un perro para "educarlo" o abandonarlo al capricho del destino. La memoria colectiva ha preferido relegarlo y la sociedad ha optado, no sólo por renunciar a esas conductas, sino también condenarlas. No pueden volver a pasar hechos como ésos con total impunidad, porque el respeto a los animales es una de las señas de identidad de una sociedad avanzada. De ahí la proliferación de asociaciones protectoras de animales que, actuando como organizaciones sin ánimo de lucro, no solamente difunden su ideario sino que van educando en este sentido a la sociedad. Por todo ello, qué injusto resulta que les salga un enemigo.

Flaco favor les hacen a los amantes de los animales los antitaurinos, cuando se comportan exaltadamente y actúan como exhibicionistas por vocación y, según parece, con mucho tiempo libre. Ésos que lo mismo irrumpen en una plaza de toros en pleno festejo para boicotear el espectáculo, que insultan a los espectadores, que agreden a un torero (Canales), por el hecho de serlo, o que vetan a Pablo López por ir a una corrida de San Isidro. Son intransigentes y como detestan aburrirse, los meses en los que no se celebran corridas de toros, dan lecciones sobre el respeto al animal (¡qué ironía!) dirigiendo sus eslóganes contra la caza e insultando a los cazadores (¿conocerán cómo matan a los pollos en los mataderos?). Resulta chocante que expresen un respeto al animal que no profesan hacia las personas. Es sarcástico que hagan uso de sus derechos fundamentales, recogidos en la Constitución española, en los que se garantiza la libertad ideológica y se permite expresar ideas por cualquier medio, pero para su propio disfrute. Los derechos los tienen ellos y no reparan en que los que no se consideran ni taurinos ni antitaurinos, aficionados a los toros o a la caza, también tienen esos derechos garantizados. ¿Habrán pedido ya un cambio en la Constitución para poder amordazar así a los que tengan aficiones contrarias a su ideología?

Es triste, muy triste, que la actitud de unos cuantos fanáticos consiga que se cuestione a los que aman a los animales de verdad y sin postureo; a los que optan por dedicar su tiempo buscando un hogar para una mascota abandonada, antes que insultar en la puerta de una plaza. A éstos los castigaba yo a ver la película Ferdinand tres veces seguidas sin palomitas ni refrescos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios