La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

La Andalucía pícara que busca la mar

En las carreteras andaluzas se aprecian controles para luchar contra esa picaresca que en parte nos define como pueblo

Aveces uno divaga, sólo por divagar, que los políticos son unos trileros porque en el fondo hay muchos de sus votantes que también lo son. Los políticos populistas buscan la explotación de ese perfil de ciudadano que plantea soluciones fáciles a problemas complejos. Logran un rápida identificación con una capa mayoritaria de los electores, pero de duración efímera o, lo que es peor, de vigencia suficiente como para provocar males mayores. En el día de ayer, Viernes de Dolores, se apreciaron muchos controles en las carreteras de Andalucía a cargo de la Policía Nacional o de la Guardia Civil. Los cuerpos y fuerzas de Seguridad del Estado saben que nos va la picaresca como la mayonesa a la patata cocida o el rebozado a la gamba. Somos el pueblo de Rinconete y Cortadillo. Reconozcan a cuánta gente conocen que vaya a buscar las playas estos días santos con todo tipo de triquiñuelas. Los andaluces nos dividimos en dos en esta fiesta: los que tenemos derecho a mar y los que no lo tenemos. Nada de andaluces de capa ni de cola, de palmas rizadas o lisas, de bacalao con tomate o empanadas de atún. Este año están los que tienen la mar a un paseo, o los que nos pringamos a la sombra de un buen muro de trama urbana heredada de los moriscos. No inventen papeles para llegar a la costa que la Guardia Civil no es tonta, no se arriesguen cogiendo el tren de Cercanías como si fueran al médico mientras su cónyuge va en coche con el equipaje aprovechando que trabaja en un municipio costero. No vayan de enterados. Quédense en casa, quemen incienso si saben (porque si no tienen ni pajolera idea, mejor que no lo intenten para evitar intoxicaciones por inhalación de dióxido de carbono), vean Netflix, lean un buen libro o caminen por sus hermosas ciudades. Pero no colapsen la autovía, como ayer se vieron los atascos en varios puntos. Lo ha dicho el presidente, señor Moreno. No son tiempos de elecciones, sino de vacunas. Pues no son tiempos de playas para los que no tenemos acceso directo a la costa, sino de liturgia de Semana Santa. Y demos gracias a Dios que monseñor Aguirre, el consejero andaluz más cotizado, nos deja cenar en la calle hasta las 22:30. No busquen la mar los andaluces que no tenemos ni el cante ni el dorado, ni la salada claridad ni el agua oculta que llora. Cada mochuelo a su olivo, que de eso sabemos en Andalucía. España se aproxima ya, por fin, al 10% de vacunados. Es la única esperanza: el proceso de inmunización. Pidan para que los políticos no entorpezcan el proceso, no pongan chinas en el camino, consigan más y más vacunas y dejen trabajar a los sanitarios. No hay otro camino. De lo contrario nos tocará seguir en la calle de la Amargura.

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