Nos gustan las fechas en homenaje a hechos, a cosas, a sentimientos. Recordar es vivir. Cada febrero, en su mediación, nos recuerda una fecha bella, agradable, que eleva el espíritu a un sentimiento supremo: el amor. Pero un Amor, con mayúscula, en honor a un sentimiento supremo.

Con carácter comercial se introdujo una festividad virtual al amor con el llamado desde entonces, principios de los años cincuenta del pasado siglo, el Día de los enamorados. Y cuando llega esta fecha siempre nos hacemos unas sencillas reflexiones.

¿Qué es el amor? ¿Un sentimiento de unión espiritual, algo inmaterial? No se trata solo de afinidad o de química entre dos personas. ¡Qué difícil es definir el amor! El amor es sentir respeto, conexión, libertad a estar junto a otra persona.

El amor está hecho de atracción invisible, de unión espiritual que necesitamos para dar a nuestra vida un sentido. Se necesita amor para vivir.

Amar es una de las grandes cosas que tenemos en la vida. Un sentimiento que se desarrolla en pareja y que cambia nuestra existencia por entero.

No encontraremos lo que es el amor en las teorías y en las investigaciones de los psicólogos, los sociólogos, los médicos, los filósofos y pensadores. El amor es como una dulce y soñadora droga que nos llena, nos acelera el latido del corazón, nos hace reír, llorar, en suma nos hace sentir que estamos vivos.

El amor hay que alimentarlo, con detalles, con pasión, con silencios, para mantener la conexión material y espiritual de la relación humana.

El Día de los enamorados puede ser un buen momento para afianzar nuestros sentimientos en cualquiera de las tres etapas de nuestra vida. Con ello se fortalece el corazón y se le da vuelo al alma repleta de ilusiones.

Cada año me gusta saludar, en mis artículos, la figura de San Valentín, a quien se ha tomado como protector de los enamorados. Me parece bien, pero la mayor protección del amor seguirá siendo el mantenimiento de un afecto extasiado en el cariño, en la verdad y en la entrega mutua, con auténtica promesa de fidelidad, de ayuda en circunstanciaa difíciles de tristeza o sufrimientos.

La Literatura está llena en los siglos de ese sentimiento tan humano y generoso que es el amor.

Estoy seguro de que con esta fecha anual del Día de los enamorados, muchas parejas encontraran la alegría de vivir, de sentir, de gozar ese aire, esa brisa que nos da fuerza, que nos hace vivir el pasado, que es promesa para el futuro.

Aunque naciera con tintes comerciales, yo espero que San Valentín sea mucho más que eso y que nos ayude en esa generosidad de corazón que se llama Amor.

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