Amor romántico

El femidelirio de ahora dice además que el amor romántico es machismo encubierto

El título de este artículo es un sentimiento que ha estado presente en las relaciones humanas desde tiempo inmemorial. No se puede decir cuándo empieza. También lo conocemos sencillamente como enamoramiento. Pues nada, que se vayan dando prisa los enamorados y los románticos de ambos sexos porque el femifanatismo les ha declarado la guerra sin cuartel. Han conseguido inocular el virus de lo imbécilmente correcto a media sociedad, y a la clase política toda en general, y los que nos hemos enamorado con Bécquer, Machado o Neruda debajo del brazo nos estamos batiendo en retirada. El femitalibanismo tiene muchas voces, pero, claro es, destacan las que ocupan más minutos de telediario. En ese escenario brilla la señora vicepresidenta del Gobierno de España. Yo, como decenas de articulistas españoles, le estamos muy agradecidos. Cuando nos faltan no ideas, sino ganas para enjaretar un artículo no tenemos más que revisar la hemeroteca de la semana y allí aparece la señora Calvo en nuestro auxilio. No falla, no decepciona. Esta semana pasada batió récords de memes en guasap con sus declaraciones de que toda relación sexual en la que no haya un sí explícito de la mujer, es una agresión sexual. Antes la había emprendido contra el amor romántico.

He consultado con amigos de mi edad, que rondamos los cuarenta años de vida con nuestras mujeres, y no sabemos si entregarnos a la Policía o irnos al confesionario porque, según parece, llevamos cuarenta años agrediendo sexualmente a nuestras mujeres porque nunca nos dijeron explícitamente que sí. Siempre lo hicimos como lo han hecho billones de seres humanos hasta ahora, de mutuo y silente acuerdo, empezando por el enamoramiento, siguiendo con el juego amoroso visual, gestual y táctil y así hasta el encuentro final. Pero jamás nos dijeron explícitamente que sí. El femidelirio de ahora, visualizado en la señora vicepresidenta, dice además que el amor romántico es machismo encubierto. O reaccionamos como sociedad ante esta ola de fanatismo totalitario solapada bajo el manto de nobles causas o se nos llevan por delante. El daño ya está hecho, pero puede ser aún mayor. Aumenta el número de chicos que rechazan de plano cualquier idea de establecer una relación duradera y estable con una chica. Ni siquiera un encuentro ocasional. Están desconcertados. Igual esto es lo que pretenden las agitadoras de este cóctel letal. Puro espanto.

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