Altura de miras

Nadie estará sometido a esclavitud, esta y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas

Aquella Europa de las postguerra forzó a la humanidad a tener altura de miras: el objetivo era que aquel horror no volviera a repetirse. Y elaboraron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, hace ahora 71 años. Una lectura de dicho texto nos reconcilia con la humanidad, porque a pesar de los horrores que desde entonces hemos seguido cometiendo, hemos sido capaces de trascenderlos e imaginar una convivencia basada en el reconocimiento de la igualdad de cada ser humano.

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado. Toda persona tiene derecho a salir de cualquier país, incluso del propio, y a regresar a su país. Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión. Toda persona tiene derecho, sin discriminación alguna, a igual salario por trabajo igual. Toda persona tiene derecho al descanso, al disfrute del tiempo libre, a una limitación razonable de la duración del trabajo y a vacaciones periódicas pagadas.

Y así hasta 30 artículos, que definen los mínimos de convivencia. Es evidente que aún estamos lejos de cumplirlos, que muchas personas sufren torturas, jornadas alienantes de trabajo con salarios de miseria, explotación, imposibilidad para moverse libremente, discriminación por sexo, color de piel o país de procedencia. Pero aún así deberíamos estar orgullosos de ese texto que la humanidad fue capaz de regalarse hace tantos años, y deberíamos trabajar duro para que su cumplimiento se haga extensivo a los siete mil millones de personas que aloja el planeta.

Si fuimos capaces de tener altura de miras en unas condiciones mucho más duras que las actuales nada justifica que hoy bajemos la mirada y nos comportemos como mediocres gestores de un legado como la Declaración Universal de los Derechos Humanos... Nadie estará sometido a esclavitud ni a servidumbre, la esclavitud y la trata de esclavos están prohibidas en todas sus formas. Altura de miras.

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