Amaba la vida apasionadamente y su pasión suprema era el baile. Dio vida en el escenario a Giselle, la doncella que muere por amor y, como un ángel de la armonía, regresa para salvar de la muerte al amado inconstante.

"Tuve el honor de conocerla, de estar en su homenaje en la Maestranza, de charlar con ella y acompañarla en su visita a Huelva enmarcada en el OCIb 2010 (gracias, Jaime), y lo más importante, de presentársela a mi mujer, Inmaculada Agudo, quien, como bailarina que es, siempre ha tenido en Alicia Alonso a uno de los referentes más grandes en el mundo de la danza. (…) No dudó en acariciar la barriga de Inma donde se gestaba mi hija Alicia y sentenciar: "Esta niña será artista". No sé si será o no lo que la maestra vaticinó. Lo que siempre podrá llevar a gala es que una de las figuras más importantes de la cultura mundial le dio su bendición." Lo ha escrito Daniel Mantero recordando un día mágico, 10 de octubre de 2010 (día 10, del mes 10º, del año 10 de este siglo) en el que Alicia Alonso, mujer 10, llegó al Otoño Cultural Iberoamericano para recibir en su noventa cumpleaños el Premio OCIb a la Cooperación Iberoamericana.

Es una anécdota entre las que depararon los tres días -hasta el 12 de octubre- en los que estuvo entre nosotros con su marido Pedro Simón. Extraordinariamente afable, demostró no obstante su carácter cuando, antes de empezar la función en el teatro de La Maestranza, manifestó a su directora el deseo de hablar a los bailarines. Ante su respuesta negativa, pues estaba previsto que hablara desde el escenario al terminar el baile, clavó en ella la mirada de sus ojos sin visión y le dijo: "Está equivocada, señora, voy a hablarles ahora, porque es ahora cuando ellos lo necesitan".

En la visita al Monasterio de La Rábida, que el superior autorizó el lunes 11, acompañados de Yolanda Pelayo, entonces directora de la Sede Iberoamericana de la UNIA, fuimos testigos de su emoción cuando tomó en la mano la tierra de Cuba guardada en una caja bajo su bandera nacional. Y de su inagotable curiosidad por las cosas de Huelva que le contamos, como los estudios en las aguas del río Tinto, que podían proporcionar claves sobre el origen de la vida en el planeta.

Recibió el Premio OCIb de manos de José Luis García Palacios, galardonado en esta edición, a cuya familia ayer le fue entregada in memoriam la misma distinción. Que ambos descansen en paz.

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