ésta es una frase que el historiador Suetonio atribuye a César cuando, dispuesto a cruzar el río Rubicón en el norte de Italia, dijo: Alea jacta est! Referidos a la ya inminente jornada electoral del domingo próximo, aunque se hable de un gran número de indecisos, que me parecen demasiados, como exclamó el primero de los césares romanos: "La suerte está echada". Entre tanto indeciso abundan los dudosos y muchos ni llegan a votar aunque luego sean los que más se quejen. No es cuestión de elucubraciones ni pronósticos y por supuesto de cábalas aventuradas, pero el resultado no parece el más halagüeño para una razonable gobernabilidad y la estabilidad que, urgentemente, necesita España. Ojalá me equivoque. Pero son horas para muchos, que no tienen decidido su voto, de debatirse entre tanta jerigonza electoral, tanta tramoya inútil, tanto debate estéril, tanta demagogia, tanto canto de sirena y tanta cascada de eslóganes y proclamas que se repiten, carentes de originalidad y copiados, en ocasiones, unos de otros, en una campaña aparentemente breve, pero que viene arrastrándose estruendosa e insistente desde hace muchos meses. Lo cual pesa como una losa en el hastiado elector.

Pero habrá reactivos que, además de los decididos a votar, impulsen hacia las urnas a los que consideren una infamia el insulto y la calumnia como la lanzada por Pablo Iglesias, al decir de Amancio Ortega, empresario que dona habitual y generosamente medios técnicos de avanzada tecnología a la sanidad española, que "España no es una república bananera ni una dictadura que depende de un señorito que venga dando cosas", acusándole de no pagar impuestos, lo que no es cierto. O actitudes como las de Ada Colau, alcaldesa de Barcelona, y Elisenda Paluzie, presidenta de la organización independentista Asamblea Nacional Catalana, quienes apoyaban las actividades extraescolares del CDR y que las persecuciones y enfrentamientos contra las fuerzas del orden tienen utilidad política e internacionalmente "hacen visible el conflicto". Y el colmo del desatino: someter a investigación a los Mozos de Escuadra. Y tantos más…

En tan endiablada barahúnda dialéctica no escasean injurias, agravios y justas acusaciones cuando el propio presidente incumple las normas electorales e introduce en el último minuto la opción federalista para mantener el protagonismo catalanista al dictado del saltimbanqui Iceta, astuto lacayo del nacionalismo impenitente. Su habitual tono entre pretencioso y despectivo no contribuye precisamente al desbloqueo que tanto pide. No serán menos los que desdeñen opciones que hablan de subir los impuestos o proclamar la armonización fiscal, que es otra manera descarada de empobrecer a todos los españoles, meter la mano en el bolsillo de la depauperada clase media y fomentar la desigualdad. Economía e independentismo dos problemas cruciales a resolver. Algo más: detesto los debates encorsetados.

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