Cuando la bandera de España es más roja y gualda que nunca muchos españoles nos disponemos a celebrar la festividad de Santiago como Patrón de nuestra nación.
Desde los Pirineos, hasta las Islas Canarias, la fiesta del Patrón tiene un acento especial. Para los españoles de verdad hoy no existen las autonomías, hoy toda España es una para honrar al apóstol que según la tradición trajo las primeras palabras de nuestra fe cristiana a estos lares.
Muchos me dirán que la fiesta del Patrón no tiene la repercusión de antaño. Es cierto, con tantos modernismos y cambios de disposiciones oficiales, las cosas en muchas materias han cambiado y no siempre para bien.
Estamos en un Estado aconfesional y esa nueva situación se ofrece como una barrera para el sentimiento de muchos, quienes mantenemos nuestra fe y devoción a valores tradicionales de una España eterna.
En Huelva tenemos una calle dedicada a Santiago Apóstol y un bello cruceiro en sus inmediaciones. Un bonito homenaje al santo apóstol y a la tierra gallega.
Hoy el botafumeiro balanceará su danza de años y las campanas de la maravillosa catedral saludarán como nunca a esos peregrinos que por distintos caminos llegan a postrarse a los pies del apóstol.
Por mucho aconfesionalismo que exista, el pueblo sencillo mantiene sus tradiciones sencillas, esas que se llevan dentro todavía, gracias a Dios, y que nos hace a todos más auténticos en nuestros valores más íntimos, que quiérase o no, siguen engrandeciendo nuestro espíritu.
Se va julio con aires de fiestas. El Carmen, marinero, salado, emocionante nos ofreció la imagen de la Virgen pasando por las aguas de la Costa y ríos onubenses. La Armada ofreció su homenaje brillante y lleno de esplendor. Las hermandades carmelitanas mostraron su Salve en la calle y frente a la ría. Todo fue fiesta y ahora Santiago, para los buenos españoles, también es fiesta en el corazón y en el alma.
Ya solo nos queda terminar el mes con aires marineros y colombinos, como no podía ser menos para esta Huelva cargada de Historia y de sentimientos blanquiazules de olas y espumas blancas de mar.
Las Fiestas Colombinas son únicas en España, su ambiente, su celebración en esas noches agosteñas, su entusiasmo y orgullo en el recuerdo de la más grande gesta que vieron los siglos por la mar, con alfa y omega en Palos de la Frontera, es latido de un pueblo que sigue soñando con aquella gesta nacida a orillas del Tinto y del Odiel, dos ríos que en unión se abrazan en el Canal del Padre Santo, para proclamar a todos que aquí comenzó la grandeza de una España unida, en la fe, la historia, al amparo de una Corona que fue católica en sus reyes.
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