Ansia viva

Óscar Lezameta

olezameta@huelvainformacion.es

Ahora que no hay problemas, discutamos

Hace meses nuestra vida es un camino de rosas. Nada nos perturba, de salud bien gracias, la economía va como un tiro y no hay plantilla que padezca problema laboral alguno. Nada en el horizonte, la incertidumbre es un recuerdo y economistas, los mismos que no vieron llegar la crisis de hace más de una década, ya no se inventan una todos los meses para ver si esta vez la pillan distraída. Los agoreros se han quedado sin ocupación y las tertulias se transforman en un púlpito de amabilidad y buen rollo como desde que aquel escocés desocupado le diera por inventar el chisme ese.

Entiendo que han pillado la ironía, aunque lo que es más complejo de entender, es la manía que con el chaparrón que tenemos encima, tenemos en volver a discutir. Es cierto que la gente está agotada, que son muchos meses de tensión, pero es entonces, en esos momentos en los que nos rodea el disparate, cuando más tenemos que hacer gala de nuestra más profunda pachorra para enfrentarnos a la vida a diario y no saltar a la yugular de quien nos encontremos por la calle.

Hemos sacado tiempo para ver como se despelleja la peña por el pazo de Meirás, un chat de viejos militares llamando a la asonada, la toma de posesión del presidente de Bolivia o un viaje a Marruecos, los presupuestos que nos pedían para recibir fondos europeos, el Emérito y sus cosas, ETA que se fue pero siempre ha estado, elecciones en Venezuela, el procés que no acaba, la vida que le queda a Melania después de divorciarse de Donald y hasta la ganadora de un concurso de cocina, el entrenador del Barça o la tragedia que se vive en Cantora, sirven para pasar de una sinsorgada a otra con tal de alimentar las ganas de despellejarnos vivos cada cinco minutos.

Es el momento de colaborar, de hablar y hasta de discutir, pero a ser posible sin recordar el árbol genealógico de cada cual. Aquellos a quienes hemos delegado el poder para tratar que llueva menos, deben entender que están para eso, no para decir "buscamos lo que nos acerca y no lo que nos aleja" y al parpadeo siguiente "de lecciones sobre (ponga usted el asunto), ni una". La desolación que transmiten es verdaderamente preocupante.

Nos queda un enorme camino por recorrer. La economía recuperará su curso; esta crisis no es sistémica como la del 2008 y la salud dejará en meses de ser el centro de nuestras preocupaciones, aunque tardarán más en dejar de ser el centro de nuestras cabezas ya que de la mascarilla no nos libramos tan fácil. Lo que tiene peor remedio es la incapacidad manifiesta para llegar a acuerdo alguno entre quienes nos gobiernan o aspiran a hacerlo. Y contra eso no hay vacuna.

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