Ahora, los médicos

Debieran ya mis queridos colegios de médicos tratar de reconducir este delirante debate

Continúa el delirio a cuenta y cuento de la mal llamada violencia de género. De paso, decir que no podemos cansarnos de ejercer el sentido común que quieren arrebatarnos a golpe de decreto ley. Las personas no tenemos género, tenemos sexo. Las cosas tienen género. Una silla es del género femenino y un sillón es del género masculino. Yo soy del sexo masculino y Ava Gardner era del sexo femenino. Cuanto más insistan ellos en mentir, más debemos nosotros insistir en desmentir. A ver quién se cansa antes. Les decía que el delirio generista está empeñado en llevarse por delante todo el orden constitucional con el aborregado consentimiento de nuestra clase política, casi toda ella doctorada cum fraude. Quién es víctima y quién es delincuente hasta ahora lo han decidido en exclusiva los jueces y así debe seguir siendo. Son ellos los que están debidamente capacitados para tal menester. Pues nada, es hoy la hora en la que quieren repartir acreditaciones, de fiabilidad cero, para que servicios sociales y similares puedan decretar la existencia de una víctima. No contentos con ello, ahora quieren implicar a los médicos. Un médico no puede acreditar nada más que lo que ve y no lo que le cuentan. Un médico certifica la existencia de unas lesiones traumáticas y da parte al juzgado, y punto. El juez, con el informe médico, el del forense, y con todas las demás pruebas que estime conveniente pedir, es el que determina la causa de las lesiones y no el médico. Veamos: un cirujano está de guardia en el hospital y le avisan que acaba de entrar un señor con un agujero en el vientre que dicen que procede de un disparo que le han hecho. El cirujano examina la herida, la opera y encuentra o no la bala. Rellena un parte judicial con la descripción de las lesiones y a lo sumo escribe que aquello es compatible con herida de bala. Una señora que presenta traumatismos corporales es tratada adecuadamente y se cursa un parte judicial, como en todos los casos de sospecha de actos violentos. Yo, ginecólogo, no estoy facultado para certificar nada más que lo que veo. Y no sobre quién ha sido, cómo ha sido, ni cuándo ha sido. Para eso está el juez y nada más que el juez. Así pues no estamos para decidir quién es víctima y quién es verdugo. Si a los médicos les involucran en la expedición de declaraciones de víctimas, ni te digo la que se va a montar en los ya sobrecargados, saturados, agredidos e insultados centros de salud. Debieran ya mis queridos colegios de médicos tomar vela en este entierro y tratar de reconducir este delirante debate.

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