Hay veces que un recuerdo asalta sin razón aparente. Me ha pasado, a la vuelta de vacaciones, con una película de Wells de 2014, sobre una reunión familiar con motivo de la desaparición del padre. A lo largo de la cinta se va produciendo una serie de desencuentros entre la madre y las tres hijas, puesto que cada una de ellas expone sus hipótesis e ideas sobre lo ocurrido, pero haciendo oídos sordos a las de las demás. Cada personaje expone sus argumentos con razones y llenos de lógica, pero desde su verdad y con continuos ataques a modo de defensa (¿Les suena?).

Pues no, el recuerdo no ha sido casual, como tampoco lo ha sido que la película se titule Agosto, porque… ¿No es cierto que este mes de agosto, a nivel nacional, ha estado repleto de ataques verbales entre grupos por ese ansia de poder? ¿No podría asegurarse que no se escucha por sistema al contrario? ¿No ha sido este mes un modelo (para no seguir) de intolerancia?

Les recuerdo que solo comenzar el mes ya se mostró un gesto que visibilizó esa ausente humanidad y mínima solidaridad que debería haber mostrado la Unión Europea: el Open Arms, lleno de migrantes huyendo de la miseria y el infortunio, moviéndose sin rumbo concreto por el Mediterráneo ante la negativa de los países a darles cobijo. Igual que ocurre en la película, es imposible compenetrarse con los personajes: ¿Cómo congeniar con las autoridades italianas en general y Salvini, en particular? Los lazos afectivos de la cinta de Wells no aparecen, fueron canjeados por agresividad. Igualmente ocurrió con las actitudes xenófobas (disfrazadas, eso sí, de derechos) de cierto perfil de españoles que pasó de un talante indiferente a perder los estribos sin pudor.

Los diálogos entre los personajes de Agosto son casi tan hipócritas y ácidos como los de nuestros representantes políticos cuando toman la palabra en el estrado del hemiciclo. Si cuesta simpatizar con Meryl Streep o Julia Roberts en la película, ¿qué se puede sentir con Rivera o Abascal? Con una investidura pendiente no se busca un camino de unión sino de dispersión. No se indagan nuevas salidas, sino que se refuerzan las barreras existentes ¡Qué lección de intolerancia! ¿Quedarán muchas más exhibiciones de pobreza mental?

Y un aviso a navegantes. Absténganse de presumir con la cantinela de que no han leído prensa ni han visto informativos porque están de vacaciones, por favor. Si la ignorancia es indolente, inútil e improductiva, negarse a saber, además, es de perezosos.

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