Resulta ahora que hablar de ricos y pobres es antiguo, de gente inculta que añora la lucha de clases y que no está al día, debates caducos, casposos y ese tipo de cosas. En fin. Mientras dicen eson resulta que todos los informes, incluso los menos sospechosos de ser bolivarianos, dejan claro que la pobreza existe. No sólo eso: está creciendo. Y a costa, también los subrayan los informes, de agrandar la brecha con las grandes fortunas.

Será una cuestión de definición. Pero entonces que nos aclaren: ¿cómo llamaríamos a una persona, a una familia que tiene que subsistir con menos de 400 euros mensuales, o con menos de 1 dólar al día? ¿Y cómo llamaríamos a aquellos que tienen yates aparcados en puertos por todo el mundo, o capitales ingentes aparcados en paraísos fiscales? Escojan un nombre, no sé: ilustrennos.

Pero mientras nos aclaran esas definiciones la gente pobre se muere: de frío, por falta de atención sanitaria, en las fronteras tratando de arañar una vida digna, de hambre en algunos países. Y mucha de esa gente, que no llega a morirse, vive en condiciones inadmisibles, angustiadas cada día por un futuro que nunca les quiere sonreír, por un respiro que no les llega nunca. La pobreza no existirá, según dicen, pero es una realidad muy jodida que asfixia a millones de personas en todo el planeta.

Estos días se celebra el Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza. Celebrar es una forma de hablar, claro. Porque estamos hablando de más de 12 millones de personas que en este país están en Riesgo de Pobreza y Exclusión Social. Un 26,4% de la población, frente a un 25,3% del pasado año: más personas que hace un año.

Es una cuestión de distribución: pocas personas acumulan muchos recursos, muchas personas sufren escasez. Así que erradicar la pobreza es redistribuir la riqueza, entender que los recursos son bienes comunes, y que no deben ser acumulados de forma indecente. Nos iría mejor a todos los habitantes del planeta si entendiéramos esto: ha de garantizarse para cada ser humano el bienestar suficiente para una vida digna, un salario decente, un techo para cobijarse, acceso a la salud y a la educación, oportunidades para el desarrollo integral, para el cultura y el disfrute. Eso es viable. Otro día hablamos de impuestos y redistribución.

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