La aldaba

Carlos Navarro Antolín

cnavarro@diariodesevilla.es

Abascal busca 20 diputados en Andalucía

La concordia se rompe por el socio de investidura, no por el del Gobierno, que está más para albaceas que para piruletas

A nadie le debería extrañar que Vox haya roto con el Gobierno andaluz, haya provocado una sonora derrota parlamentaria del Ejecutivo y juegue todas las cartas a forzar un adelanto electoral. El pretexto son los menas que acoge Andalucía. Podía haber sido cualquier otro. La verdad es que tendría que ser Ciudadanos, socio del Gobierno, el partido que se desligara del PP para ir preparando su campaña propia. Pero los chicos de Marín están más para buscar un albacea que montar piñatas. Y el gran éxito de Moreno y Bendodo ha sido tener a los naranjitos contentos con dos o tres piruletas desde el principio. Ciudadanos no dará un solo problema. Los dolores de cabeza vienen por el socio de investidura que está dolido porque Moreno no ha cumplido nada de lo pactado en su día. Han tardado en darse cuenta de que Alejandro Hernández, el correoso portavoz en lo dialéctico pero bizcochable en las negociaciones, se entendía demasiado bien con el portavoz del PP, José Antonio Nieto. Tiene su lógica. Los chicos del PP vienen de ejercer altos cargos: secretario de Estado (Moreno), presidente de Diputación (Bendodo), delegado del Gobierno (Sanz) y alcalde de capital (Nieto). Los demás se han estrenado en puestos de verdadera responsabilidad en esta legislatura, han tardado en aprender o ni siquiera se han enterado todavía de qué trata la película. Por eso Abascal quiere más colmillo y ha puesto un halcón donde había una paloma. Esto es política. Y ha sido así desde los tiempos de Roma. Al cuarto año de mandato comienza la gresca cuando hay un Ejecutivo en minoría. Ocurrió con los gobiernos del PSOE y el PA, así como del PSOE con IU. Moreno puede y debe aguantar, porque la crisis sanitaria le está saliendo gratis, es un candidato difícilmente atacable, con poquísimas aristas, pero tendrá que soportar más derrotas parlamentarias que nunca le vendrán bien. Vox aspira a conseguir al menos veinte diputados y decidir por su cuenta si entra o no en un futuro Gobierno. Los de Abascal tendrían que crecer un diputado por provincia. No es fácil. Una de las grandes incógnitas es si la formación apuesta por un candidato de perfil fuerte o pone a un desconocido para basarlo todo en la marca de tres letras sobre fondo verde que está identificada al cien por cien con Santi, que es como mola llamar al líder entre sus partidarios. Nos quedan meses del leña al mono y un endurecimiento del discurso. Ceuta ha reavivado a Vox, como lo hizo Cataluña en su momento. En el PP hay quienes defienden que hay que entenderse con Vox, y quienes tienen urticaria con sólo pensar encontrárselos cada día en San Telmo.

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