Es como si se intuyese el futuro, lo que va a pasar. O quizás sean las sensaciones, que no terminan de cuadrar por muy optimista que te quieras vestir. Es lucir sonrisa profidén y pegártela. No hay una semana completa de felicidad. Es para volverse majareta.

El Recre, del que decíamos que no está parar tirar cohetes ni para bailarse nada, igual es invierno crudo que anuncia una primavera que te confunde. Otra vez a vueltas con la manta. Que si te tapas la cabeza, que si te descubres los pies. Que si te mueres de frío.

Un sin vivir en toda regla. Parecía que el triunfo ante el Villanovense daba paso a una ilusión comedida. Y va el Decano y se la pega en Jumilla. Y de qué manera. Porque una cosa es perder y otra haciéndolo en plan regalo, sin concentración, sin apretar, sin percatarse de la importancia de sacar rédito de cualquier cosa. Fue un mazazo la primera parte y no es la primera vez que ocurre.

Nadie discute la perseverancia de los jugadores. Nadie pone en duda la actitud de un colectivo que está en el sufrimiento permanente. Pero queda claro, ya lo ha dicho el capitán, que habrá que mentalizarse para sufrir hasta el final. Menudo panorama.

Queda claro que hay futbolistas que no están para competir en Segunda B. O quizás sea, ya lo hemos escrito, que la situación de penuria permanente del club les hace ser peores de lo que realmente son. El caso es que, o el Decano sale en el próximo mes de competición de los puestos de descenso o se duda que pueda soportar la presión hasta el último segundo.

Recuerdo que el año pasado la afición fue la llama de la esperanza. Pero se desconoce si aún quedan fuerzas para intentarlo de nuevo. Hay situaciones que cansan. Y el Recre repite camino y escenas. Luego todo esto suena a la pesadilla ya vivida. ¡Ave María!