La vida es un problema a resolver permanentemente y eso no tiene ciencia. Cada mañana, cuando te levantas, ya te planteas la primera cuestión. La simpleza del desayuno ya se convierte en un asunto a despejar. Que si tostada, que si magdalena, unas galletas... en fin. Si nos posamos ahí, ya advertimos el resto del día. Y el ser humano es consciente de que para vivir hay que ir solucionando los temas con el paso de las horas, incluso minuto a minuto. Pero hay casos que superan cualquier ficción y ahí se encuadra el Recreativo de Huelva. No sé qué pasa por las cabezas de los responsables del club, y ahí metemos a todo el mundo. Pero tiene que ser un suplicio. Sobre todo para aquellos que en teoría están haciendo un favor a la entidad.

Hay cosas difíciles de entender porque esas cuestiones tienen cero explicativas. Luego todo acaba en la especulación, en los dimes y diretes. Y ahí nadie tiene derecho a quejarse. Porque si no se explican, no se entienden.

La última ha sido la queja del entrenador con respecto a los campos de entrenamiento. El Recre está entrenando en Lepe un día a la semana y eso parece haber escocido en el seno del consejo. Hay una cosa clara: algunos responsables máximos en algunas de las áreas del club no tragan a otros que tienen mando en plaza en otras diferentes. Luego eso, a la mínima, levanta un cisma de desproporcionadas dimensiones. Todo lo que no sea ganar y volver a ganar es un incendio. Y a todo eso hay que sumar la incertidumbre de asuntos de estado en lo económico. Y hay que sumar, también, el asunto Mario Hernández. Ha quedado retratado el responsable en el tema de altas en la Federación. Por mucho comunicado que saquen ahora, el caso es que el jugador no juega. Y han tenido que ser los medios los que denuncien el caso. Y luego, la explicación. Si es que hay cosas que no tienen por dónde cogerse. ¿Tan complicado es hacer las cosas bien? Y en el horizonte El Ejido. Dijo Salmerón que en octubre no puede haber presión. Como pierda el Recre en Almería, y toco madera, ya veremos el alcance de la dichosa palabra. En fin, los problemas de la vida. De una vida de pesadilla constante.

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