En estos días de obligado confinamiento, sentimos una pena tremenda por no poder ver a nuestras sagradas imágenes por las calles de nuestra ciudad y a la vez, nos provoca el recuerdo de aquellas personas cercanas que están sufriendo esta terrible pandemia.

Me entristece ver a tantos abuelos temerosos ante el escalofriante dato de defunciones entre personas mayores. Ellos, grandes luchadores que ahora merecen que sus vidas terminen de una forma más amable. Esos mayores, con una fe de la que siempre han hecho gala, ahora se agarran a esa estampita de su Cristo, ya desgastada por los rezos diarios. Y sin que nos demos cuenta, el Señor Cautivo se acercará, como cada Lunes Santo, a todos los ancianos del asilo para hacerles ver que Jesús siempre estará con ellos.

Me acuerdo también de los pequeños de la casa que, a pesar de su corta edad, están viviendo estos momentos con angustia. Ellos, que han visto cómo sus madres y abuelas empezaban a sacar la inagotable bastilla de sus túnicas de cara a la próxima Semana Santa, ahora están pasando una verdadera penitencia, aguantando como valientes este horroroso confinamiento. Durante estos días los ves haciendo pasos, quemando incienso, escuchando marchas cofrades o trabajando de costaleros bajo una silla. Y el Señor de la Borriquita llegará este Domingo de Ramos a cada uno de sus hogares para bendecirlos y decirle lo bien que se están portando. No sé cómo, pero el Señor dejará que los niños se acerquen a Él.

Mientras tanto, Jesús con la cruz al hombro nos mostrará el infinito sufrimiento de su Pasión y a la misma vez, la salvación de todos nosotros. En estos días podremos ver a Jesús en el rostro de tantísimos sanitarios que se afanan con gallardía en minimizar las secuelas de este terrible virus exponiendo su propia vida, tal como hizo Jesús con la suya para nuestra salvación.

Y el Señor de la Victoria, volverá a mostrar su presencia en las instalaciones sanitarias para agradecer la heroica labor que estos soldados de la salud están desempeñando. Y como cada Domingo de Ramos, las sirenas de sus ambulancias volverán a brillar porque con Esperanza, la Victoria está cerca.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios