La familia del fútbol la forman tres pilares: la afición, los jugadores y el balón. Pero sin aficionados en las gradas implicados, no hay motivación, pasión y competencia. Muchos jugadores aceptan sus compromisos por el sabor y calor de sus aficiones. Aquí en Huelva somos un ejemplo de ello. Los fieles se multiplican, lo dan todo por el club y por el equipo. Ser hincha de una entidad que va sobrada en títulos como los referentes de España, así cualquiera saca pecho. Sin embargo, defender el escudo de un equipo por encima del bien y del mal, luchar a vida o muerte por una entidad histórica, siempre al borde del SOS y pasando revisión en la UCI, eso sólo lo hacen aquellos que sienten pasión que sobrepasa el límite de lo fijado, se emocionan, padecen... y disfrutan con los mínimos detalles que significan todo un caudal de triunfos.

La afición del Recreativo es un seguro de vida, sea la cantidad que sea. Es como contemplar la admiración a traves de su voz, un grito de exclamación que refleja la conmoción que altera el ánimo de una manera intensa, sea de alegría, indignación, la pena por una injusticia. La LFP premió a la afición del Decano estando en el último ciclo en Primera al Jugador número 12. Una encuesta del CIS en esa etapa colocó al Recreativo en el puesto 21 entre los equipos con más simpatizantes en España y también como modelo de conducta y hermanamiento entre aficiones.

El recreativismo demostró su fe hasta el último suspiro de la pasada temporada. Ese ejemplo frente al Fuenlabrada con la eliminatoria ejecutada tras la goleada en la ida y ese espectáculo visto a nivel nacional con el estadio a tope no tiene precio. Es un valor patrimonial que se da y se tasa como tributo de alta consideración. La plantilla de Monteagudo tiene el reto atractivo y la necesidad de conectar desde el primer partido con su gloriosa afición. Nueva temporada donde jugamos todos.