No pensaba escribir de nada relacionado con esta reciente campaña electoral en televisión porque no había nada que me resultara reseñable. Hasta que el jueves por la noche se celebró en La Sexta el debate protagonizado por las mujeres de los diferentes partidos políticos. Irene Montero, Ana Pastor, Inés Arrimadas, María Jesús Montero y Rocío Monasterio demostraron que están muy por encima de sus líderes, y esto es algo que hay que destacar. Cuando estas líneas vean la luz ya estará todo decidido, eso es lo de menos en este caso. Lo importante es alabar la actitud de unas mujeres que bien mereceríamos como presidentas. Da rabia, porque esto no tendría que ser cuestión de mujeres o de hombres. Tendría que ser cuestión de personas. Entre los que mejor debatieron y presentaron los debates tendría que haber nombres masculinos y femeninos. Pero casualidad o no, todas lo hicieron mucho mejor que ellos. Debatieron más. Pero también se mostraron más humanas, más elegantes, más tranquilas dentro de la tensión. El de La Sexta sí que fue un debate y no el de La 1, que se resumió en seis monólogos de personas con cara de circunstancia de lo más soporíferos.

Y desde el punto de vista de la televisión, el de La Sexta ganó por goleada al que organizó la Academia de la Televisión. Por un lado por la escenografía. Mucho más moderna y amena. Por otro por los grafismos. De nuevo más actuales y con sentido y sin ser un quiero y no puedo como ocurrió en el debate de ellos. Y la actitud de Ana Pastor como moderadora dejó mal a la de Ana Blanco y Vicente Vallés. Estos dos no lo hicieron mal el pasado lunes, pero estaban mucho más encorsetados, más aburridos, más guionizados… Mientras que la periodista de La Sexta, aún teniendo un guión por delante, supo qué tenía que preguntar en cada momento, metió el dedo en la llaga a todas las representantes de los partidos políticos y disfrutó. Porque moderando un debate político también se puede disfrutar y esto hace que los espectadores lo vivan todo de forma más amena, que se metan en lo que está ocurriendo en plató, que se indignen, que haya exaltación…

Si uno de los dos debates pudo influir en las votaciones de ayer, ese fue el de La Sexta. Y si en la cadena de Atresmedia lo hicieron bien, en el organizado por la Academia de la Televisión también lo podrían haber hecho. Una clara muestra de que a veces no se quiere o no interesa dar a los espectadores lo que merecen. Esperemos no ver un debate electoral televisado hasta dentro de cuatro años. Así cuando lo vemos no tendrán la excusa de que no han tenido tiempo suficiente para innovar.

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