Tribuna Económica
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Falleció Enrique Torres, amigo, maestro y compañero; la principal referencia académica del turismo en Andalucía y uno de los mayores expertos a nivel nacional. También José María Rosell y Gabriel Escarrer, los más importantes hoteleros de Andalucía y España. El sector se estremece con razón por la dificultad de imaginar que nada pueda seguir igual tras pérdidas tan valiosas y por la magnitud de los retos que se avecinan. En el caso concreto de Andalucía, dos especialmente: la necesidad de redefinir el modelo turístico y el cambio climático.
El turismo andaluz demanda una reflexión serena sobre cómo encarar su futuro, con especial atención sobre la conformación deseable de la oferta de alojamiento. El fenómeno de la vivienda turística y la aparición de fórmulas alternativas de bajo coste y dudosa utilidad social, como la contratación (y subcontratación) de habitaciones, introduce una dimensión nueva y compleja en la relación entre la actividad turística y su entorno. Resolver esta cuestión también obliga a reflexionar sobre los objetivos de crecimiento, tanto en cantidad como en calidad.
El consejero de Turismo se complacía hace unos días por las magníficas perspectivas de cierre del año. 35 millones de viajeros, 480.000 empleos y 29.500 millones de euros en ingresos son cifras tan espectaculares que dejan bien clara la importancia del sector para la economía, aunque también ocultan matices menos venturosos que conviene no perder de vista. Entre ellos el de la masificación y la tensión en algunas infraestructuras básicas, especialmente las afectadas por la sequía, así como el conflicto derivado de la competencia por el uso de determinados espacios urbanos en las ciudades de mayor tamaño. Son circunstancias no siempre adecuadamente ponderadas en los debates en torno a la ordenación del sector, como el de la tasa turística o el cambio climático, que justifican sobradamente un mayor esfuerzo de coordinación entre el urbanismo, la política de vivienda y la planificación turística.
Hace décadas que la sostenibilidad es un factor permanente en la planificación del turismo andaluz, pero las circunstancias sobrevenidas con el cambio climático podrían obligar a modificar la perspectiva. La potencia competitiva del clima ante los mercados tradicionales de centro y norte de Europa, podría estar debilitándose como consecuencia del aumento de las temperaturas.
Prestigiosas instituciones, como BBVA Research (El impacto del cambio climático en la demanda turística en España) o CaixaBank Research (El impacto del cambio climático en el turismo en España: análisis y perspectivas) coinciden en que el aumento de la temperatura y la sequía modifican las preferencias de los turistas y en que sus consecuencias ya son perceptibles. La costa andaluza está entre las más amenazadas, junto al resto del Mediterráneo y las islas, dependiendo de la intensidad y frecuencia de las olas de calor, mientras que las costas del norte peninsular aparecen como las más beneficiadas. La perspectiva debe preocuparnos, aunque también se advierten ventanas de oportunidad en torno a la desestacionalización (primavera y otoño) y al auge de nuevos modelos de viaje no vacacionales.
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