Pensar que el Trofeo Colombino -¿pero estará bien el césped para entonces?- entra en el ámbito de nuestra preocupación, con el club aún respirando de milagro, es similar a lo de aquel que se puso a chillar porque vio, de repente, un mosquito en el salón de su casa cuando llevaba años conviviendo con un cocodrilo del Nilo en la cocina y con una mamba negra en su dormitorio. No olvidemos que ya han vuelto los retrasos en los pagos a jugadores y empleados, los impagos a administraciones en tiempo y forma y que aquí no se sabe qué va a pasar con la propiedad pasado mañana, si entrarán los del mecanismo o si seguiremos con el Ayuntamiento y el mundo López como hasta ahora, esto es, a salto de mata; que no le quito mérito, aunque creo imposible continuar así.

Dicho todo esto, analicemos la jugada: había quien iba a reinventar el mundo con el nuevo trofeo… y resulta que se termina trayendo a un club (un gran club, eso sí) que está a 45 minutos por la A-49, que ya ha venido otras cuantas veces y cuya presencia, vistas ciertas trampas al solitario imposibles de esconder, va a provocar que gran parte de la afición albiazul dé la espalda -y lo entiendo- a la organización. De primeras, una operación empresarial genial no parece. Y todo esto, con la falta de respeto al personal de sacar la Carabela de Plata del verano, sea por el motivo que sea. Muchísimo peor estaba la cosa en 2016, con el ya condenado poniendo piedras como las de Stonehenge e intentando evitar que se jugara y éste, sin embargo, se disputó, y con el césped también horroroso, con el club embargado y con mil problemas adosados. Lo de seguir recibiendo lecciones de no sé qué maravillosa gestión interestelar me suena tanto…

Mi amigo Pablo, más sevillista que la sangre de Campanal, ya me ha avisado de que le gustaría venir al partido. Pablo, te confieso que me hubiera gustado invitarte al Colombino para que vieras a tu equipo y al mío tras haber pasado un día de playa maravilloso con nuestras familias en Punta Umbría, en Isla Canela o en La Antilla y después de haber disfrutado de unas gambitas, de buen jamón y del mejor pescaíto viendo anochecer, en chanclas y bermudas, en nuestro maravilloso Paseo de la Ría… pero tendrás que venir abrigado como un esquimal a ver nuestra preciosa Carabela de Plata. Tocará llevarse castañas asadas, un caldito y hasta unos polvorones si hace falta. Es lo que hay, amigo…

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios