Análisis

José Ángel González

Una transición que hay que superar

El romanticismo individual en estos momentos no es operativo para el Recre

De aquí a que el Recreativo de Huelva consiga la normalidad institucional pasará mucho tiempo. En estos días de dimes y diretes, de reclamaciones políticas y derechos de confidencialidad, se intuye que el camino será largo. El Decano, mientras siga sumido en la indefinición de su personalidad, ¿pública, privada, empresa, BIC…?, no va a descansar tranquilo.

Todos tenemos en la cabeza cómo tendría que ser el club de nuestros amores. Pero el romanticismo individual en estos momentos no es operativo y habría que apostar por seguir fielmente un camino común. Por eso, de poco vale que ocultemos aquello que resulta esencial de saber.

La trasparencia en la gestión en una entidad como el Recreativo, actualmente de propiedad municipal, parece indiscutible. Ya ha habido muestras públicas de que la intención del Ayuntamiento es vender al club decano a una empresa solvente que garantice la supervivencia de la institución. Por esa razón no se aceptó la oferta fantasma de tal Simón. Y por eso mismo, se ha mantenido la postura de recuperar el dinero pagado por el erario público cuando se ejecute la futura venta.

Nadie se puede llamar a engaño. Esa es la intención. Y así debe ser. Porque no es lógico, ya no sé si legal, que una institución pública se haga cargo de una entidad privada, que para más inri es un club de fútbol con deudas millonarias. Una empresa que, recordemos, no vale nada. Ni siquiera un euro.

El Ayuntamiento de Huelva se puso en marcha porque el Recreativo se moría. Casi podemos decir que estaba muerto. Lo hizo por razones identitarias, que estaban respaldadas por un amplio movimiento ciudadano. Y gracias. Pero cuando lo venda deberá seguir ojo avizor para que dicha gestión empresarial no vuelva a poner en riesgo la vida del Decano.

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