No hace falta tirar de frases tan tópicas como lógicas, pero allá cada cual. Claro que queda mucho, que esto sólo es el principio, que hay que esperar a que todos los equipos se conjunten y tal, y no está mal eso de poner el parche antes de que salga la herida, pero el Decano lleva 8 de 12, algo que casi todos hubiéramos firmado hace poco menos de un mes. No podemos olvidar que venimos de otro verano movido tras empezar -de nuevo- tarde, con el riesgo que eso conlleva. El Recre da señales de tener un motor diésel; es cierto que le cuesta coger el tono, como demuestra la curiosa metamorfosis de las primeras a las segundas partes en estos cuatro partidos disputados (lo que no deja de ser un hábito peligroso), pero esto consiste en echar puntos al saco y, hasta hoy, ese asunto va por un notable alto. Calma y precaución toda la que quieran: sólo hace falta recordar el fulgurante inicio del Écija el pasado curso y ver cómo acabó, pero si alguno se quiere empezar a ilusionar yo no le empujaría a los infiernos, que ya le toca al pobre. Que ya nos toca a todos, vaya.

La sensación que uno tiene es que los de Salmerón pueden hacerlo aún mucho mejor: el centro del campo debe ser más constante, las bandas tienen hechuras para ser más determinantes y arriba se echa en falta más frescura en general, aunque lo de Caye esté siendo caso aparte. Con Quiles ya en la recámara se soltará otra bala potente escondida.

Lo que parece evidente es que el equipo no se descompone de buenas a primeras, como sí ocurría en el pasado más reciente, y eso ya es un salto cualitativo importante. La buena gente de Murcia no cesa de mandar avisos al recreativismo de lo que ellos llaman el 'método Salmerón': firmeza atrás y oportunismo delante. Alguno de ellos incluso se atrevió a asegurar en las redes sociales que "el Recre va a estar arriba, pero su gente va a sufrir mucho con el estilo del entrenador". A ver: no sé si ése será el 'modus operandi' del míster -si nos mantiene arriba, ojalá lo sea-, pero que aquí venimos de un tiempo en el que no sabíamos si el Decano iba a seguir con vida al día siguiente, de salvarnos tres temporadas seguidas del descenso a Tercera de milagro sobre la campana y de que nos pintara la cara hasta el juvenil C del Mollerusa. Si estar arriba es sufrir… yo me apunto al masoquismo, sin duda.

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