Soy de los que pone empeño en tratar de no generalizar, porque sentar cátedra sobre miles de personas por el ejemplo de unos cuantos siempre es injusto, pero esta vez me es difícil contenerme. Y es que la mayor parte de aquellos que tenemos esta peculiar alienación que supone uno de nuestros principales motivos de orgullo no lo dudamos: este verano, al cumplir con nuestro casi sagrado ritual de sacarnos el carné de abonado del Decano no lo hacemos por rutina, por el simple fútbol, por los fichajes o por tal o cual aspiración deportiva, sino por echar otra mano -y de las más importantes- a un símbolo que valoramos muchísimo más que todo eso junto. No sabemos si habrá liga, cómo será ésta, si estará permitida la asistencia y, si lo estuviera, las condiciones de la misma, pero nos puede el cariño a un club que va camino de los 131 años de historia y que necesita un empuje de los gordos en un momento crucial.

Como ya aventurábamos hace algunas fechas no han tardado en salir los que vaticinan que, esta vez sí, la respuesta del aficionado albiazul va a ser un auténtico fracaso. Desde que el Recre volvió a caer en este infierno de los infiernos que es la Segunda B esos futurólogos llevan ya un lustro vomitando desprecio sobre el seguidor recreativista y dudando de su fidelidad, devolviéndoles cada año los albiazules unas 'guantás' de esas que se dan sin manos que son, por supuesto, las que mejor sientan. Que esa duda estuviera en el aire hace 30 años podría tener un pase; que todavía hoy sigan infravalorando a una grada que ha logrado recientemente auténticos milagros supone una clara muestra de ignorancia, de complejos y de odio gratuito. Siempre me gustó la frase 'hay enemigos que dignifican', y si esos enemigos están demasiado cerca, más dignifican aún.

No sé cuál será el resultado final de esta singular campaña de abonados; puede que con la brutal crisis económica golpeando con dureza y con la incertidumbre organizativa aún no resuelta por los órganos competentes los datos finales no sean espectaculares, y más que justificada estaría tal circunstancia pero, como decía hace unos días un aficionado (Chaponuba se hace llamar) en una red social, "es mejor no dudar de quienes se quitaron hasta el dinero de su casa para salvar al equipo más antiguo de España". Cosas que pasan aquí…

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