El Decano, en situación crítica, tiene muchos frentes abiertos y ninguno cerrado: por delante el deportivo como clave de los trámites acelerados en lo económico e institucional. Luego, que aparezca una iniciativa privada, que aúne sentimiento y pasión con piedad y misericordia, que asuma en junio el órdago de un proyecto de futuro hundido por los embargos de la Agencia Tributaria y Seguridad Social, incumplimentos deudas con Federación, jugadores, empleados, proveedores... incapaz de resolver el Ayuntamiento y que traspasa en un pliego al arriesgado comprador como cierre del expediente de justiprecio.

Deseo del recreativismo: buscar fórmulas para dejar al Decano en Huelva. Otro órdago con antecedentes negativos: nadie lo quiso en la transformación en SAD y permitir la entrada de Gildoy España. Pero, hay una realidad palpable: el peligro de la promoción de descenso, que de caer en ella sería un mazazo psicológico tremendo, que afectaría a una presión deportiva al límite de una mezcla de abatimiento y humillación, que esperemos que no suceda porque complicaría en exceso la permanencia, que es la base primordial de los cimientos de la reestructuración de una casa en ruinas. El filial del Granada es también un escaparate de la ONU, tan atípico que tiene jugadores de ocho nacionalidades, ninguno del país de su propietario, Jiang Lizhang. La bisoñez se une a su atrevimiento y liberación: máximo realizador y sexto que más encaja. Su referencia ofensiva, el brasileño Matheus (16 goles) cedido al líder Lorca para el play-off de ascenso. Es un equipo salvado, sin presión, que busca lucirse para tomar posiciones sus jugadores ante el descenso de su desquiciado hermano mayor. El Recreativo se juega su supervivencia metido en el SOS de sus máximas necesidades. Su interior respira confianza. Desde fuera todo se sufre, nunca se aprende de los errores recientes criticados, ahora muy presentes.