Me hubiera gustado escribir otra cosa. Me hubiera encantado decir que el Recreativo solucionó sus problemas inmediatos, que los jugadores cobraron, retiraron las denuncias y que llegaron seis refuerzos. Me gustaría haber escrito aquí que el Ayuntamiento ha cumplido en tiempo y forma la venta del club a fecha de 31 de enero como se aprobó en el pleno. Me quedo con las ganas. Como seguramente se hayan quedado, también, los cientos y cientos de aficionados que esperaban un gesto de complicidad, de reacción para volver a conectar ilusiones.

Es lo que hay, como dice un amigo mío. Y visto el panorama no queda otra que rezar y arrimar, por enésima vez el hombro y el alma. La plantilla, con la infinidad de defectos y carencias que tiene es la que debe sacar esto adelante. Vuelvo a recordar, por si alguno no se ha enterado todavía, que lo deportivo es lo más importante. Y la situación del equipo en la tabla, en puestos de descenso a estas alturas y emitiendo sensaciones encontradas no invita precisamente a cantarse algo.

Pero así es la vida del Recreativo, entre la convulsión y el desánimo, entre lo que pudo haber sido y no fue, entre la vida y la muerte. Más allá de lo que ocurra a final de temporada, sólo se espera que no haya que señalar a los que prometieron y no cumplieron. Sería una mala señal y sería que el Recre no ha sobrevivido a la Liga y sus exigencias. Toco madera.

A partir de ahora hay que alentar a los muchachos y exigirles como a cualquiera que defienda cualquier escudo o camiseta, desde la grada y desde el club. Hay que enfundarse la albiazul y animar a los jugadores porque en sus manos está el futuro de la entidad. Ellos tienen la palabra y esta frase me suena porque ha quedado reflejada aquí en varias ocasiones. Pero es la realidad de la vida del Decano.

Cuando acabe todo, y esperemos que acabe bien, ya habrá tiempo de pedir explicaciones. Aunque se duda que las quieran dar. Se anunció que el club hablaría con cada uno de los jugadores para que retirasen las denuncias y los propios futbolistas dicen que con ellos no han hablado. Igual es que tantearon a los capitanes y éstos les transmitieron que ni lo intentaran si no había dinero.

Lo otro, lo del Ayuntamiento y su compromiso de vender antes de final de enero tiene mil disculpas. Y todas pueden tener aceptación o no, dependiendo de quién las dé y quién las reciba. Pero queda clarísimo que el fútbol va a otro ritmo diferente al de la política. En fin, doctores tiene la iglesia. Que Dios nos coja confesados.

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