Análisis

NArciso rojas

En primer lugar y siempre por Helena

Llegamos a creer que el futuro sería el traslado a la velocidad de la luz de nuestros cuerpos, pero nos equivocamos. Desde Julio Verne a Ray Bradbury -en pie- pensaron que sería necesaria nuestra presencia corporal para que llegásemos nosotros a cualquier confín del mundo, pero erraban. El futuro eran las ideas. Bueno, las ideas o como quiera que se llame lo que generamos. Las guerras se nos ocultan a los ojos. Las heridas no abren la piel ni rompen los huesos ni extraen intestinos, ahora desgarran la imagen y rompen carreras y destrozan intimidades. Los datos convertidos en información son el botín, somos nosotros. Ya no hay violaciones en Berlín, ni fusilamientos en los cementerios de occidente, ni arde Dresde. Ahora hay escarnio público, y las tapias son las redes sociales y la pereza del que recoge datos sin informarse. Y todo por dinero, como siempre. El futuro, para asombro de nuestros yoes pasados, también es decadente. La edad del átomo y del crudo llegó a tener rendijas por las que se filtraba la luz entre tanta brutalidad corporal. La edad de los datos nos engaña haciéndonos creer que toda ella es luz, cuando solo es un trampantojo. Por eso mismo son necesarias las islas en las que lo auténtico se mantiene, y por eso mismo debemos defender esas islas de la guerra que nos rodea. El fútbol ha caído en manos del imperio, el rugby a duras penas mantiene las fronteras. Quizás ahí esté la explicación de que el torneo de las Seis Naciones siga siendo un compartimento estanco. Quedarse quieto para avanzar. La noticia de que Sudáfrica y Japón llaman a la puerta del viejo club del norte debe ponernos en guardia. Detrás están los sofistas de estos tiempos, los apóstoles de la religión que se ha esparcido con más éxito por nuestro planeta, el dinero. Si alguien debe entrar en el Seis Naciones deben ser los georgianos, o nosotros. Si empieza una guerra, como dijo Rachel Bespaloff, dejemos que unos se enfrenten por los mercados y los tesoros, que nosotros lo haremos en primer lugar y siempre por Helena.

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