Análisis

LUIS CARLOS PERIS

De la 'pole position' a no se sabe dónde

Con la mirada perdida y la cabeza dando vueltas afrontamos el inicio de un Mundial, uno más, al que acudíamos en la pole position para que ahora ni tengamos idea de dónde estamos. Desde que se sorteó el Mundial, este Portugal-España del 15 de junio no se nos caía del pensamiento. Las bolitas habían decretado un arranque morboso, pues era ante nuestros eternos rivales de siempre, hoy capitaneados por el gran Cristiano Ronaldo.

El tiempo cabalgaba rumbo a Sochi y el optimismo no nos abandonaba ni un solo día. Luego, cuando aquel 6-1 a los argentinos de Messi todo se disparó de manera efervescente y en los corros de apuestas el valor España cotizaba cada día más al alza. Además, la prueba de que el país salía del marasmo económico se reflejaba en la demanda de una aventura tan cara como la de asistir a un evento de tanto calado en la lejana Rusia. Todo fluía hasta que nos despertamos.

El despertar fue de impresión morrocotuda, pues a sólo cuarentaiocho horas del arranque se produjo el tsunami de la traición y cese del hombre que había patroneado la nave con tanto brillo.Y el día ha llegado y la selección con estos pelos, por lo que ya ni estamos en la pole position ni nada que se le parezca. Dicen que los portugueses andan levitando desde que saltó la bomba, que Cristiano y la compaña se relamen de gusto por ver ahora cerca la posibilidad de ganar.

Ahora queda todo en manos de los futbolistas, o sea, como siempre. El fútbol es cosa de los futbolistas y si la preparación de este choque con los lusos se hizo según el libro adecuado, el rendimiento en el campo no debe alterarse. Más preocupante es aquello que declaró Aspas tras el mal partido con Túnez. Dijo el gallego que las sensaciones ya no eran tan buenas y ahora suenan esas palabras a premonitorias de lo que estaba por venir. Que Dios nos coja confesados.

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