El recreativismo siente estos días una euforia desmedida que mira el futuro del club con demasiado optimismo. La ansiada publicación del pliego de condiciones para la compra del Decano nos tiene a todos encandilados ante la posibilidad de que los grandes problemas del Recre se solucionen a muy corto plazo. El concurso es como el maná que cae del cielo que, de pronto, colma todas las expectativas pasadas, presentes y futuras.

Tras dos días de la publicación de los requisitos, muchos aficionados ya construyen castillos en el aire, comparten sueños idílicos y diseñan proyectos de gloria para el Decano. Todo muy propio de una afición que, como todas, cree que su equipo es el mejor cuando gana y el peor cuando pierde.

Pero no creo que sea positivo que en este tiempo se lancen proclamas de un futuro fértil como los jardines del Edén, donde hay Adán y hay Eva, porque a día de hoy, que yo sepa, nadie ha dado el paso para hacerse cargo del club Decano. Y precisamente, el recreativismo sabe mucho de expectativas negadas y proyectos truncados.

Aun así, y previendo que el concurso va a tener un postor fiable, hay que dejar claro que ninguno de los días que vienen después serán un camino de rosas. Este club no se va a transformar en dos días de sapo a príncipe, como en los cuentos de Disney. ¡Qué equivocados estamos si así lo creemos!

En el Recreativo todos tendremos que seguir metiendo el hombro para que no caiga al primer traspiés y habrá que seguir teniendo paciencia porque, como ya sabemos, ni la cuestión de Hacienda ni el pago de las cantidades pendientes ni la construcción de una plantilla se hace de la noche a la mañana.

Sería bueno permanecer prudentes en este tiempo concursal, porque después llegarán las lamentaciones y no están ni el recreativismo ni esta ciudad para más frustraciones.