Análisis

mANUEL cAMACHO

La película de Krypteia se quedó sin contenido

Vaya por delante mi felicitación a los que hicieron el trabajo y prepararon la presentación de la rueda de prensa de Krypteia. Fuimos al cine. Así de claro. Luego la película permitió todo tipo de especulaciones. El caso es que, contando con el argumento y el final, el desenlace, la decepción fue el resumen. Mucha teoría, muchas balas de fogueo, muchos pájaros en el aire. Es posible que el pasado influya en la recepción del presente. Es posible que después de todo lo vivido y sufrido ya no nos creamos nada. Es posible. El caso es que después de prepararlo todo con exquisitez, en medio de una expectación que no se recordaba en Huelva, falló el contenido y las explicaciones no convencieron. Se esperaba otra cosa, más conclusión, aseveraciones varias, dinero contante y sonante.

En las horas previas a la comparecencia se especuló con que la rueda sería suspendida. El dictamen de la Liga de Fútbol Profesional tendía a volarlo todo en mil pedazos. Pero Krypteia siguió con el plan y la gente acudió a la cita más incrédula aún. Por eso se esperaba un golpe de mano que no apareció por ninguna parte.

La oratoria, perfecta. El folio, impoluto, con buena caligrafía. Pero cuando el lío ha sido y es de incalculables proporciones, entonces es posible que haya que prescindir del decorado, de la película y llenarse de fango. Nadie se quitó la corbata. Y nadie, ninguno de los presentes, dejó claro cuánto dinero hay contante y sonante para poner el Recre en salvaguarda. Nadie.

Óscar Romero, que llevó el peso de la puesta en escena, habló permanentemente de mecanismos, de gestión, de negociar lo negociable, de que el club debe generar ingresos para su propia supervivencia. Habló de ingresos por publicidad, de vender la marca Decano. Era todo tan bonito que, escuchando y mirando al mismo tiempo a la pantalla, a la gente, ávida de presente y refugiándose en el pasado, se le puso cara de nostalgia. Hasta se emocionó. Sólo duró un segundo. Porque acto seguido, sacudido el corazón, la realidad es otra. Quitada la alfombra verde, debajo sólo quedó la teoría. Hay que esperar. Pero la película, que prometía por su parafernalia, se quedó a medias y sin contenido. Al final, la gente se quedó como si nada hubiera pasado. Incrédula. Seguramente porque la poesía ya no cuela en el Recre y ahora en vez de recitar hay que cantar fandangos. A pecho descubierto.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios