Los que más canas peinan se irán más allá en el tiempo para buscar recuerdos similares, otros recorremos algo más de décadas en nuestra memoria para mentalizarnos y buscar la fuerza. Vivir en el alambre forma parte del ADN de un equipo que en sus grandes gestas se movió al límite. No es el Decano un club que haya forjado su leyenda con holgura. Todo lo que tiene lo tuvo que pelear a brazo partido como si no hubiera un mañana con el agua rozando el cuello. Logros como el ascenso de Marcelino o su temporada en Primera son rayas en el agua de esta entidad.

De aquel gol de Cuyami y los interminables minutos sobre el césped del viejo Colombino esperando un final en Lasesarre a ese 31 de julio mítico que nos dio aquella vida extra a la que tanto partido sacamos. De la remontada contra el Xerez en Huelva a la segunda parte de ensueño en el entonces Reyno de Navarra para acariciar la final de Copa. Del último suspiro contra el Valladolid en la peculiar bicicleta de Ersen Martin al más reciente partido contra el Linares de hace un año.

Este Recre celebró sus grandes éxitos en el alambre, donde ahora se vuelve a ver. Como un guiño lleva semanas en él, arañando puntos sobre la bocina cuando otro ya se había entregado. Ahora se ve de nuevo en ese trance decisivo. Un duelo a la sombra de Sierra Nevada para poder rematar con el San Fernando. A todos nos gustaría dejar un lado el alambre, pero entonces no sería el Recre.

Así que aquí nos vemos de nuevo al límite, con tres jornadas por delante para resolver una permanencia que debió estarlo hace varias semanas . Toca sufrir, toca apretar y tocar recordar esos logros in extremis que demostraron siempre que cuando peor está siempre se levanta. A ganar en el Nuevo Los Cármenes y después ya tendremos tiempo de echar cuentas.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios