Tengo un dilema. Ponemos fin a 2017 y las notas se te acumulan en la cabeza a la hora de valorar al Recre y todo lo que rodea al Decano. En lo deportivo no alcanza expectativas según el potencial de su plantilla, si aplicamos la presente temporada. En lo global del año suspende de forma clara. Aún estamos temblando del desenlace de la Liga anterior. Luego está lo institucional, tan enredado como difícil. Aunque uno intenta vestirse de verde esperanza. No quiero ser agorero, pero al Recre le quedan años de sacrificios y lucha denodada. El deseo es que se acorte lo máximo posible para poder poner cimientos de crecida.

Por lo expuesto, dudo enormemente a la hora de poner el balance en la elevación pública. Pero queda claro que la entidad está mejor que hace meses. Es indudable. Pero este no es el Recre que queremos ni el que merece sus aficionados. Queda tanto por hacer que uno se pone en el escalofrío cuando se para en la globalidad.

En todo caso lo deportivo sigue siendo fundamental para arrimar el calor necesario al resto de los asuntos. La exigencia pública, la de los incondicionales, pasa por que el equipo se meta en la liguilla de ascenso. Las virtudes de la plantilla acercan a la masa social a esa exigencia. Queda toda la segunda vuelta por delante y tiempo para la rectificación, aunque los dos últimos resultados hayan enfriado el ambiente.

Así que esperaremos para poner nota. Porque de momento son muchas las cuestiones que están en el aire. Se acaba el año, cierto, pero son tantos los asuntos por resolver que uno no tiene ánimo para calificaciones. Eso sí, de cara al nuevo año se pide resolución, aclarar el futuro y que el equipo emerja en la grandeza que se le presupone. Y que se ponga el interés necesario en la cantera, que sigue dejada de la mano de Dios. El famoso laboratorio, que cada día tiene menos fundamento la base si se tiene de esta manera. ¡Feliz año!

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