La portada del derbi regional atípico entre el Decano y un filial depresivo en el estadio de los Juegos Mediterráneos ofrece tangibles distinciones: los jóvenes almerienses no han ganado en 2019 y la dinámica recreativista expone su valor de 11 partidos sin perder. Y si cada envite del equipo chico local sólo convoca una reunión familiar en la grada, la presencia de la afición onubense también mandará en el ambiente de tribuna. José María Salmerón es un entrenador respetado y querido en su tierra por su modestia y dignidad, sin duda asimilados en la escuela base del Real Madrid con Vicente del Bosque de referencia. Y vuelve después de tres etapas con el fin de cumplir los deberes marcados frente a un filial al que dirigió en Tercera División (2010-11) disputando fase de ascenso y tras perder la tercera eliminatoria logró el éxito por el descenso administrativo del At. Ciudad.

Nostalgia y sentimientos acumulados en la previa de un choque con horario de desayuno dominical. Las comparativas son odiosas para su análisis: 32 puntos de diferencia entre ambos que avalan los sueños del Recreativo que hace camino sin olvidar que todavía no ha conseguido nada y el hundimiento de un Almería B que es carne de descenso con la peor defensa (43 goles encajados) y que se resiste a que le canten el réquiem por su deseo de demostrar que le queda hambre en su lucha desesperada para romper los pronósticos de que será devorado por sus rivales.

No hay duda de que el Recreativo de Huelva está en plena forma para completar su dominio por el corredor del Mediterráneo con otro resultado feliz tras los cosechados ante Cartagena, UCAM Murcia y Jumilla (7 de 9 puntos). Y es que la necesidad más cercana es volver a ganar. Pero, el campo es el que dicta sentencia entre el riesgo de venirse abajo de un filial con ganas de emprender algo gordo y el impulso irresistible de un estado de ánimo de la preferencia recreativista.