El Recreativo no sabe ganar y lo pone fácil perder. Una caída libre inesperada que urge una toma de aire fresco. Si el mes de octubre fue malo, noviembre arranca peor. Una crisis que muestra la ausencia de un equipo de rasgos esenciales para ser identificado, que marcha a contrapié y que no debería Monteagudo resguardarse del peligro con justificaciones de perdedor en esta racha imprevista, pero previsible observando el deambular de un grupo sin confianza ni determinación. Casi dos meses sin ganar (tres puntos de 18) para el reto de un listón alto, según el guión de la apertura inicial del curso y con lo justo frente al riesgo inminente cada jornada.

Si echamos la vista atrás en este segundo ciclo en Segunda B, la pasada Liga estuvo cinco partidos sin ganar entre septiembre y octubre (tres puntos), un hecho que también coincidió hace dos campañas entre diciembre y enero (dos puntos) con Ángel López, que relevó a Casquero y luego acabó César Negredo, tercero del aprendiz cuerpo técnico. Pero, el listón negativo lo ostenta Pavón: desde la grada, sin el trámite del pase para el banquillo (12 partidos), sumó nueve jornadas sin ganar (seis puntos) desde noviembre hasta enero de 2017 en esa agonía de no caer a Tercera.

Ahora, un equipo con miras de meterse como mínimo en la batalla de ascenso sufre un duro golpe al corazón en este primer tercio. Y es que de levantar expectativas ha pasado a sufrir síntomas de alteraciones dañosas para su salud por su falta de poder para concluir sus medios trabajos, siendo un equipo cuestionado. Un desdibujado y frustrado Real Murcia, en fase de transición, también hambriento de triunfos, acude con racha de cuatro envites sin ganar y rozando el descenso. Ha llegado el día "D" y la hora "H". Un duelo de históricos con el deseo vehemente de romper la sequía para no seguir ahogándose en la angustia.