Era difícil (por no decir imposible) repetir una angustia similar en tan poco tiempo, pero para eso está este equipo, capaz de hacer ir al psiquiatra hasta al Santo Job. No descartamos que el embargo de Hacienda esconda un acuerdo en la sombra entre el Decano y el colegio de cardiólogos de Huelva, pero lo que es evidente es que el Recre vuelve a reclutar gargantas valientes, las mismas que hicieron posible el milagroso final de la temporada pasada.

Pues sí, se necesitan esas mismas gargantas porque lo del domingo no concierne sólo a los de siempre, sino a una provincia entera. Regresa el turno de los que un día se alejaron cansados de las mentiras de palcos lamentables, el turno de esos cuyos padres o abuelos vivieron el irrepetible recibimiento que tuvo el Recre cuando subió por primera vez a Primera. Toca que vuelvan los que disfrutaron con Luzardo y Alzugaray, los que maldijeron ese domingo de calderas en Soria, los que no pudieron evitar la emoción (ni las lágrimas) mirando al cielo con el 0-3 del Bernabéu, los que llevaron un trozo de Huelva a la final de Copa en Elche el día más grande jamás contado...

El fantasma de un descenso que sería mortal se cierne sobre una entidad que parece que en lo otro empieza a tener cerca la botella de oxígeno. Este domingo, el futuro -y el presente- del club de fútbol más antiguo de España vuelve a estar en peligro. Oigan, si pueden, vayan al estadio y repitan la gesta del curso pasado, una hazaña de supervivencia que es el sino de estos 127 años de historia. Dentro de cinco días harán falta casi 22.000 pares de manos que mezcan la cuna, la cuna del fútbol español, claro. Vuelvan a ser los que nunca le fallaron; denle el penúltimo aliento al Decano.